En educación, la modificación del marco curricular en México es un tema que ha venido discutiéndose desde inicios del año 2022. Con el fin de fortalecer la propuesta curricular de la SEP, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) publicó el documento Recomendaciones de mejora al plan y programas de estudio de educación básica 2022 y propuestas de colaboración, con el objetivo de “aportar elementos que contribuyan a concretar una propuesta curricular socialmente justa, clara, consistente y viable”. En este espacio, se abordará a grandes rasgos cómo se compone esta propuesta de la SEP, algunas consideraciones que propone la Mejoredu, así como algunos elementos a tomar en cuenta para su implementación.
A diferencia del modelo educativo de 2017 que ponía al centro al estudiante, este nuevo marco curricular se centra en la comunidad, y se organiza en cinco niveles de desagregación: el perfil de egreso (el aprendizaje de la comunidad), ejes articuladores, campos formativos, propósitos por fase por campo formativo, y contenidos y saberes. Cada uno de estos niveles contiene diferentes componentes, de los cuales se hablará a continuación.
Los ejes articuladores son: 1) Inclusión; 2) Pensamiento crítico; 3) Interculturalidad crítica; 4) Igualdad de género; 5) Vida saludable; 6) Fomento a la lectura y la escritura, y; 7) Educación estética. Estos ejes buscan vincular los campos formativos, por lo que se debe dejar claro que no son temas o asignaturas, sino ámbitos que atraviesan de manera transversal el currículo.
Por su parte, los campos formativos son: 1) Lenguajes; 2) Saberes y pensamiento científico; 3) Ética, naturaleza y sociedad, y; 4) De lo humano y lo comunitario. Estos campos articulan los contenidos de las disciplinas que los integran, lo que implica transitar de la educación basada en asignatura, a un modelo que contempla la interacción en la que se generan, discuten y comparten los diferentes saberes de la comunidad.
En cuanto las fases, éstas se componen de la siguiente manera: educación inicial (fase 1), preescolar (fase 2), primer y segundo grado de primaria (fase 3), tercer y cuarto grado (fase 4), quinto y sexto grado (fase 5) y secundaria (fase 6).
En esta parte, considero necesario hacer una aclaración que, hasta la fecha, aún sigue generando dudas. Este nuevo marco curricular no implica la eliminación de los grados escolares. Cuando se habla de la progresividad del aprendizaje por fases, se refiere a una forma de organización de contenidos que abarcan más de un grado, por ejemplo, lo que se espera que el estudiante logre al finalizar la secundaria (fase 6). Mientras que las progresiones de aprendizaje indican, valga la redundancia, los aprendizajes que los alumnos deberán lograr en cada grado escolar.
Asimismo, para el ciclo escolar 2022-2023, se contempla un Programa de Formación Continua para la Nueva Propuesta Curricular dirigido a las y los docentes, con el fin de que “conozcan y se apropien de los principios de la propuesta curricular de la Nueva Escuela Mexicana a partir de su reflexión colectiva, resignificación y práctica contextualizada”. Dicho programa, iniciará con una primera fase intensiva el próximo mes de agosto, y cuyas tres fases restantes continuarán desde el mes de enero a julio de 2023. Esto con la finalidad de que el nuevo marco curricular se implemente a partir del ciclo 2023-2024.
A esta propuesta de marco curricular de la SEP, la Mejoredu elabora algunas recomendaciones particulares para fortalecerla, mismas que, aunque son pertinentes, no son vinculantes, por lo que será a criterio de la secretaría si son tomadas en cuenta u omitidas. Finalmente, la comisión concluye el documento con la realización de propuestas de trabajo colaborativo con la SEP, entre las que se encuentran:
1. Asesorar y acompañar la fase piloto de la propuesta curricular.
2. Acompañar las acciones para la mejora del plan y los programas de estudio 2022.
3. Colaborar en acciones que fortalezcan la evaluación de los aprendizajes desde una perspectiva formativa.
4. Acompañar y colaborar en acciones orientadas a la formación continua y al desarrollo profesional de docentes de educación básica.
Por último, más allá de si estos cambios resulten positivos para el sistema educativo mexicano, resulta lamentable que las políticas educativas del país no tengan continuidad y se empiece desde cero en cada gobierno. Al menos en las últimas tres administraciones federales, se han llevado a cabo modificaciones curriculares en las rectas finales de los sexenios (2011, 2017 y 2022) sin llegar a consolidarse para alcanzar los propósitos y objetivos de largo plazo.
Peor aún, actualmente hay generaciones de alumnos que han debido adaptarse a tres modelos diferentes, por ejemplo, aquellos que iniciaron la primaria en 2015, actualmente se encuentran en secundaria, y están a punto de enfrentar su tercer cambio de propuesta curricular sin haber concluido la educación básica. Las autoridades no solamente deben focalizar su atención en lo que deben aprender los estudiantes, sino también en generar las condiciones para que realmente estén, aprendan y participen en la escuela.
Pero mientras la SEP y la Mejoredu se enfocan en estos cambios, y nosotros como sociedad nos enfrascamos en la discusión de si eran o no necesarias estas modificaciones administrativas, el derecho a aprender es violentado por otras omisiones e irresponsabilidades de la autoridad educativa, como la eliminación de la jornada escolar ampliada, el subejercicio de más de 430 millones de pesos en el Programa de Fortalecimiento de los Servicios de Educación Especial, la falta de diagnósticos socioemocionales y de aprendizaje de estudiantes debido a la pandemia, así como la carencia de un plan de recuperación y reforzamiento. Todo esto, afectando a la niñez y juventud sin consecuencia alguna.