El nombrar-se sí importa. Líneas de un LGBTIQ+ mexicano

    Los procesos de integración e inclusión en el país de acogida, como lo es México, son difíciles para aquellas poblaciones migrantes de las comunidades LGBTIQ+, pues es esa interseccionalidad que sigue siendo estigmatizada por el desconocimiento de su existencia.

    Ser persona LGBTIQ+ en México conlleva, la mayoría de las veces, a que las demás personas no pertenecientes a la comunidad minimicen las problemáticas que viven estas poblaciones y no visibilicen los derechos que como seres humanos poseemos.

    A esto sumémosle que existen otras “variantes” posibles, como ser persona en desplazamiento forzado o persona trans no binarie migrante con discapacidad y afrodescendiente. Estas interseccionalidades existen y no siempre son visibilizadas las dificultades, violaciones de derechos humanos y transgresiones que acontecen en las travesías de las personas que migran a otras partes del mundo.

    Los procesos de integración e inclusión en el país de acogida, como lo es México, son difíciles para aquellas poblaciones migrantes de las comunidades LGBTIQ+, pues es esa interseccionalidad que sigue siendo estigmatizada por el desconocimiento de su existencia. La negación al acceso a servicios como salud, educación, empleo o a la cultura, repercute en la mejora de la condición de vida para todas ellas, siendo una constante transgresión hacia su dignidad como personas y, por ende, a sus derechos.

    Aunado a esto, los choques culturales como el idioma, costumbres y formas de vida, se añaden a las adversidades que hay para la inserción local. El no reconocimiento y desinformación de las expresiones e identidades sexo genéricas, como las personas transgénero, transexuales, no binaries, género fluido, por mencionar algunas, son el claro ejemplo de una sociedad desinteresada, apática e irrespetuosa para nombrarlas.

    A pesar de los desafíos y adversidades, las personas migrantes y en desplazamiento forzado, son personas resilientes, que tejen redes de apoyo y entre ellas se crea un sentido de identidad, comunidad y solidaridad. Considero que podemos contribuir a la erradicación del sesgo de las personas migrantes informándonos, interesándonos y reconociendo su existencia; y más aún al nombramiento de estas interseccionalidades.

    La migración para elles no solo representa un sentido de una nueva vida o una oportunidad, sino que es un reinicio en la constante búsqueda de su autonomía, respeto y dignificación de su persona. Es nuestra responsabilidad, colaborar y trabajar hacia una sociedad más inclusiva y justa, donde cada persona, sin importar de dónde venga, ame, o sea, pueda vivir sin miedo a la discriminación y a la violencia por ser quien es.

    * El autor Daniel Sánchez Delfin es maestro de clases de español en Sin Fronteras.

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