El delegado que le aplica engrudo al PRI
La difícil pero no imposible reunificación

OBSERVATORIO
    Los errores cometidos por el partido en la definición de 2021 del candidato a Gobernador, sacando la opción sorpresiva de Mario Zamora Gastélum; con Quirino Ordaz Coppel cuando a media campaña pareció recular en la tarea que como Mandatario priista le encargaron para la campaña del abanderado de su partido, el PRI, así como los traspiés de Zamora al incluir a servidores públicos en activo en las giras de proselitismo o el montaje escénico de pernoctar en casas de familias de las colonias más marginadas, le dan forma a un cúmulo de emociones encontradas que van y dan a lo mismo: decepción e irritación.

    Luis Enrique Benítez Ojeda venía solamente durante dos semanas a Sinaloa con la misión de sacar en armonía la designación de quien será el dirigente interino del Partido Revolucionario Institucional, que estará en funciones hasta diciembre, pero lleva más de un mes escuchando a los diferentes grupos priistas que insisten en un proceso incluyente que restaure la unidad interna y la confianza de los ciudadanos en estas siglas. Casi le piden un milagro que tal vez no logre, aunque sí puede sentar las bases primero para sanar las heridas y después para presentar a un PRI fortalecido en las elecciones de 2024.

    En cuanto pase el asueto de Semana Santa dará a conocer la convocatoria para que se apunten las mujeres y hombres que quieran relevar a Cinthia Valenzuela Langarica que tomó las riendas del tricolor en el estado una semana después de los comicios de 2021, con aquella catástrofe política ya conocida que diezmó al PRI, agudizada con la renuncia de Jesús Valdés Palazuelos al liderazgo partidista. Benítez Ojeda calcula que para la última semana de abril o la primera de mayo quedará resuelto el tema del dirigente emergente.

    Pero no es fácil. Cuando Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del CEN del PRI, envió al Diputado de Durango a implementar en Sinaloa la operación cicatriz, se estimó que a más tardar en 15 días estaría definido quién cerrará el periodo estatutario que dejó trunco Chuy Valdés. Ya Benítez le ha notificado a “Alito” que necesitará mayor tiempo para hacer un trabajo que aglutine en vez de herir más las susceptibilidades.

    Aquí el Revolucionario Institucional está convertido en un ente político con más fracturas que las que presentaría alguien atropellado por un tráiler. Los errores cometidos por el partido en la definición de 2021 del candidato a Gobernador, sacando la opción sorpresiva de Mario Zamora Gastélum; con Quirino Ordaz Coppel cuando a media campaña pareció recular en la tarea que como Mandatario priista le encargaron para la campaña del abanderado de su partido, el PRI, así como los traspiés de Zamora al incluir a servidores públicos en activo en las giras de proselitismo o el montaje escénico de pernoctar en casas de familias de las colonias más marginadas, le dan forma a un cúmulo de emociones encontradas que van y dan a lo mismo: decepción e irritación.

    Pero a toro pasado, ese ánimo de desencanto prevalece en la militancia e impide avanzar rápido en la recuperación del PRI. Sin embargo, para asombro de los que creían que la autoestima del partido tocaba fondo, al menos el emisario de Alejandro Moreno ha logrado despertar el interés en participar y en la lista para hacer la labor de la reconstrucción priista aparecen Aarón Irízar López, Jorge Abel López Sánchez, Francisco Javier López, Álvaro Ruelas Echave, Jesús Antonio “Kechu” Ramírez, Marcos Osuna, Francisco López y Faustino Hernández.

    Faltan las reglas claras y resaltar las letras chiquitas de la convocatoria. Por ejemplo, quien resulte electo por el Consejo Político para cerrar el plazo que no terminó Valdés debería comprometerse a no concursar por esa misma posición en diciembre próximo al efectuarse el otro proceso para designar a quien desempeñará el liderazgo hasta 2026. Esto evitaría que utilice durante ocho meses la estructura partidista como plataforma para saltar desde el interinato al siguiente período de cuatro años.

    Otro punto a afinar tiene que ver con qué o quién necesita el PRI para transitar este lapso corto. ¿Sangre joven, con todo y el riesgo de la novatez, que ahuyente el fantasma del viejo dinosaurio tricolor?, o bien ¿perfiles veteranos casi “momificados”, pero con experiencia, colmillo y quizás algo de rudeza, para poner orden y al mismo tiempo evitar mayor desbandada? Esa astilla la tiene que sacar Benítez Ojeda con bastante cuidado porque los sentimientos internos están más sensibles que los de doña Florinda cuando alguien le tocaba a Kiko, su “tesorito”.

    A ver qué pasa. El delegado del CEN ha conversado con la mayoría de las corrientes sinaloenses del partido y las convoca a que participen en esta fase de aliviar las heridas e ir juntos a definir el destino del priismo estatal, y descarta que se trate de un diálogo entre sordos porque, sostiene, renace la expectativa de reposicionar al PRI como real oposición en Sinaloa e inclusive (¿por qué no?) como fuerza política que respalde al Gobernador Rubén Rocha Moya en sus políticas públicas cruciales para el estado.

    Aunque no se trata de una misión imposible, significa autoengaño que Moreno Cárdenas y Benítez Ojeda crean que será fácil la labor de reanimar al PRI en Sinaloa cuando muchos priistas realizan cálculos futuristas a corto plazo, para 2024 por lo pronto, y otros deciden no esperar más y desde ahora se incorporan al gobierno de Rocha. Por su parte, los partidos Movimiento Ciudadano, Sinaloense y Movimiento Regeneración Nacional andan a la caza de tricolores resentidos.

    Reverso

    ¿Hallará en el PRI esos modos,

    Para rearmar los fragmentos,

    Sin remover pantanosos lodos,

    Ni despertar resentimientos?

    Rocha Moya, a revocación

    Al cerrar esta columna ayer al mediodía todavía no se desataba ningún demonio y la consulta de revocación de mandato transcurría en orden en Sinaloa. Al votar a las 9 horas en Las Quintas, Culiacán, el Gobernador Rubén Rocha anunció que enviará al Congreso una iniciativa para someter su desempeño a ejercicio igual y la gente decida si se va del cargo o continúa en él. Ya comentaremos el resultado sin el apremio de adelantar juicios al tratarse de un procedimiento político en el que nada está en riesgo. Llueva, truene o relampaguee, Andrés Manuel López Obrador terminará su mandato el 30 de noviembre de 2024.