El arte de demorarse

ÉTHOS
18/10/2023 04:00
    Actualmente se vive vertiginosamente y con dosis industriales de aceleración, ansiedad y frenesí. Se cree que el progreso solamente puede arribar con la velocidad y la prisa; por eso, muchos críticos abogan por una reducción de la precipitación y de la improvisación irreflexiva.

    “Elogio de la lentitud” es una obra escrita por el periodista canadiense Carl Honoré, de la cual hemos hecho mención en anteriores columnas. Se trata de uno de los precursores del llamado tiempo “slow”, que se preocupa por devolver el tiempo a las personas en un mundo en que se vive demasiado aprisa.

    En efecto, actualmente se vive vertiginosamente y con dosis industriales de aceleración, ansiedad y frenesí. Se cree que el progreso solamente puede arribar con la velocidad y la prisa; por eso, muchos críticos abogan por una reducción de la precipitación y de la improvisación irreflexiva.

    En el mundo actual queremos todo rápido, nos movemos en la búsqueda constante de resultados instantáneos. Sin embargo, no vayamos a pensar que optar por el movimiento “slow” significa elegir el paso del caracol; no, lo único que se pretende subrayar es el trabajo por hacer todo de manera adecuada y en el momento justo.

    En verdad, no es posible desplazarnos siempre de manera frenética en contra de las manecillas del reloj. Si queremos gustar la esencia de la vida necesitamos ir despacio para captar su riqueza: los detalles acogedores de un rostro, la sonrisa que nos invita al abrazo, la luminosa mirada que transmite la calidez de otro ser humano, la mano franca que se nos ofrece para construir un nuevo rumbo y espacio.

    Para paladear la vida hay que demorarse. A la casa donde vivimos le llamamos morada, porque ahí es donde moramos, residimos o habitamos. El sacerdote y poeta argentino, Hugo Mugica, señaló: “implica morar en lo que uno está, caminar sobre la vida y no sólo correr tras la historia. Quizás, o seguro, haremos menos cosas, pero recibiremos más. Compraremos menos, pero apreciaremos más. Funcionemos menos, pero vivamos más”.

    ¿Me demoro suficiente?

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