Domingo de Pascua, día culminante de la celebración de Semana Santa, con la conmemoración de la resurrección de Jesucristo, según las versiones oficiales de los apóstoles Mateo, Marcos y Juan, quienes dieron cuenta de diversas apariciones del sacrificado ante algunos de sus seguidores, principalmente, ante María Magdalena, su más fiel discípula y sobre la que se ha especulado que mantenía relación conyugal con Jesús, lo cual, de ser cierto, no tendría nada de extraño pues se trataba de un hombre y una mujer, quienes no escondían su afectuosa cercanía. No son pocos los historiadores que especulan al respecto y en los llamados evangelios apócrifos también se habla de ello, todo lo cual, por supuesto, es rechazado por las autoridades de las iglesias cristianas.
Como en muchos otros temas, poco sé de esto, pero en cuanto a la llamada resurrección de Cristo, yo más bien creo que dicho retorno no fue físico, sino que a partir de ello, los apóstoles empezaron a divulgar la fe cristiana y a ganar nuevos adeptos por todos los confines del mundo.
Sin embargo, los sucesores de los primeros evangelistas se dieron a la tarea de imponer, a sangre y fuego la fe cristiana cometiendo uno y mil crímenes para conseguir su objetivo, tal y como sucedió en nuestro país, y no solo eso, los grandes jerarcas de las iglesias se inclinaron por la opulencia material como medio de significar su supuesta representación divina, acciones todas, que fueron en contrario de los principios de la doctrina que ordena el amor al prójimo y un estilo de vida caracterizado por la modestia.
Por supuesto la anunciación del cristianismo, bajo criterios e interpretaciones distintas, se convirtió en una lucha de poder entre las diversas corrientes que surgieron de la herencia normativa de Jesucristo y son irreconciliables entre sí, de tal suerte, que si se da una segunda venida del llamado elegido, seguramente buscaría poner en su lugar a los que han hecho de su legado, un estandarte de conquista y pretexto para llevar una vida principesca en la que reina el tener sobre el ser.
Pero claro, dentro del movimiento cristiano, también hay personajes que se destacaron por tomar como su ministerio, el asistir a los más necesitados o el de liderar causas sociales que procuraban la igualdad entre los hombres.
Dentro de esa camada de verdaderos cristianos, podemos destacar la figura de Fray Bartolomé de las Casas, quien arribó al territorio de la llamada Nueva España y quien utilizó la bondad como herramienta para lograr la conversión de los indígenas.
Por ahí, también está la vida y obra de Martin Luther King, pastor de la iglesia evangelista y líder pleno, cuya vida la dedicó a conseguir la igualdad entre los hombres, sin importar raza o credo, lo cual, al final del día le costó la vida.
Otro gran ejemplo del Jesucristo resucitado lo constituye la madre Teresa de Calcuta, quien pasó una gran parte de su bondadosa vida, asistiendo a los enfermos, a los abandonados, a los hambrientos y a los moribundos.
A nivel local, en estos momentos recuerdo al sacerdote Lucas Carvajal, fundador de la Ciudad de Los Niños, institución que por más de 50 calendarios ha servido de hogar a centenas de jóvenes.
La lista de gente entregada de forma veraz a su fe cristiana, tanto dentro de iglesias como en la llamada sociedad civil, es larga y forma parte de ese capital social siempre en activo, tratando de rendir frutos en la construcción de una mejor sociedad, lo cual se agradece infinitamente.
Domingo de Pascua, la conmemoración del resurgimiento de Jesucristo, a través de su legado pastoral, con un alto contenido de mejoramiento social y a la espera de ser cumplido por la inmensa mayoría de los que se declaran como sus fieles. ¡Buen día!