Desde varios frentes, la lucha por el maíz
Plaga política, más sequía y bajos precios

OBSERVATORIO
01/05/2024 04:02
    Cabe el llamado a buscar los puntos de acercamiento y entendimiento entre los segmentos que se ponen en manos de la gestión del Gobernador para mejorar las expectativas de comercialización del maíz, y los que se pertrechan en el escepticismo y lo manifiestan con medidas que van contra ley pero igualmente el desánimo es opuesto a la fe en las instituciones y quienes las presiden.

    Por ser demasiado estrecho el surco que separa al móvil político de la realidad dura, el movimiento de productores de maíz que optó por la presión para buscar mejores condiciones de comercialización debe blindarse de la injerencia de partidos y candidatos, sobre todo cuando amplios sectores del campo se han atrincherado al lado de las gestiones que encabeza el Gobernador Rubén Rocha Moya con avances importantes aunque obviamente insuficientes. La conjunción de una campaña electoral, la sequía y la crisis de precios para los granos alimenticios, constituyen la bomba de tiempo siempre en cuenta regresiva.

    Los tres factores, comicios, estiaje y maíz mal pagado, confluyen también como prueba ácida que determine la capacidad que muestran los candidatos a cargos federales de elección popular para construir soluciones que eviten el colapso agrícola, yendo más allá de la empatía que le juran al sector pero que de nada sirve si tal identidad de sentimientos no se traduce en hechos loables y palpables.

    La lucha genuina de los maiceros sinaloenses se libra en dos frentes. Uno tiene que ver con la espera a que los mercados reaccionen y los gobiernos hagan todo lo que les corresponde hacer para la rentabilidad de la actividad agrícola; el otro ha acudido desde hace décadas a la protesta azuzado por liderazgos que siempre son los que ganan canonjías a costa del eterno padecer de los labriegos.

    En ese primer flanco, la gestión de Rocha que logró el precio piso para el maíz de 5 mil 451 pesos la tonelada y la posibilidad de que la industria harinera suba la propuesta de compra por el déficit del cereal disponible debido a la restricción en superficies de siembra significan el apego a una autenticidad que no es obra del Gobierno al derivar de comportamientos de mercados internacionales y desventajas competitivas frente a naciones con disponibilidad financiera para implementar estímulos económicos equilibradores de la oferta y demanda.

    El otro bando, que toma casetas de cobro de peaje en las autopistas y al límite de la desesperación exige que lo rescate el Gobierno, representa la carnada suculenta para tiburones de la política cuya apuesta es la activación de polos de ingobernabilidad para hacerles creer a los votantes que todo está desquiciado, excepto sus apetitos de poder a costa de lo que sea. Esa gente que ve cómo desvanece el único medio legítimo de sustento, y la mafia electorera que se cuelga de luchas legítimas en la obsesión por seguir prendida de la ubre del presupuesto gubernamental.

    Nadie que se precie de ser un buen sinaloense puede abandonar a los verdaderos productores del campo en medio de muchos tipos de orfandades que en cada ciclo de siembra agudizan las adversidades. Tampoco aquel que ostente algún liderazgo veraz accedería a convertir a los maiceros en carne de cañón, ofreciéndolos a postores políticos sin importar el daño o peligro a que son expuestos los manifestantes. Cuidado con la imperceptible vecindad entre desesperanza y oportunismo.

    Tan encomiable es la decisión de los dirigentes de módulos de riego, propietarios de centros de almacenamiento y productores agrícolas que le dan el voto de confianza a Rocha Moya para que a partir de lo logrado busque más avances, como respetable debe ser la determinación de acudir al activismo más si este se efectúa de manera pacífica, sin afectar los derechos de terceros ni abrazar siglas partidistas y proselitismos advenedizos. Esto no está a discusión.

    La semilla germina por el tesón de los obreros de la tierra, no por la cizaña con que la rieguen los candidatos. La parcela significa el incesante trabajo de familias que viven honestamente de sus frutos; en la partidocracia y candidatocracia encarna la costumbre cleptómana de servirse del esfuerzo ajeno con fines de dominación política. De saber diferenciar dichos propósitos depende la posibilidad de librar las trampas tácitas del proceso electoral en curso.

    Y aquí cabe el llamado a buscar los puntos de acercamiento y entendimiento entre los segmentos que se ponen en manos de la gestión del Gobernador para mejorar las expectativas de comercialización del maíz, y los que se pertrechan en el escepticismo y lo manifiestan con medidas que van contra ley pero igualmente el desánimo es opuesto a la fe en las instituciones y quienes las presiden.

    Después de eso nada existe. Tan canto de sirenas es la promesa de los candidatos a la Presidencia, Senado y Cámara de Diputados que le plantean remedios milagrosos al sector agrícola, como danza con lobos representa la actuación de mesías que blanden en sus campañas la bandera de defensores de la labranza de la tierra y de antemano negocian que sólo sus milpitas sean pródigas con el maiceo de la corrupción.

    Reverso

    Si se rompe otra vez el barzón,

    La que obtendrá mejor cosecha,

    Es la política que acecha,

    Al campo en su desesperación.

    Sequía de propuestas

    Cual si fuera maíz pozolero, se engolosinaron con el primer debate los candidatos al Senado por Sinaloa Paloma Sánchez, priista; Jesús Estrada Ferreiro, petista, y Fernanda Rivera, pvemista, tanto que le exigen al Instituto Nacional Electoral que realice el segundo ejercicio de cotejo de ataques puesto que de las propuestas ni sus luces. Falta por ver si Imelda Castro, morenista, les dice “ni maiz palomas” porque a todo lo ruin acudieron sus opositores para bajarla de la nube de puntera en la intención del voto y por lo tanto rival a vencer, o Jesús Valdés que continúa cultivando la factibilidad del “plan C” que lo lleve a ocupar el escaño que corresponde a la primera minoría.

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