En el ciclo de la vida humana, se considera la mediana edad entre los cuarenta y cincuenta años para los hombres, y en las mujeres suele adelantarse a la mitad de su tercera década. Uno pensaría que, a esa edad, una persona ya es estable y que tiene su vida ya resuelta. Tal vez económicamente así sea, pero es en esta etapa cuando vienen las preguntas importantes de la vida; las preguntas existenciales: ¿Estoy donde quiero estar? ¿Tengo el trabajo que quiero? ¿Estoy con quien quiero estar? ¿He cumplido mis sueños?, en resumen, ¿tengo la vida que me hace feliz?
Estoy a unos días de soplar cuarenta y dos velitas en un pastel, y esas preguntas me las hago todos los días. Físicamente, estoy sano, aún me gusta lo que veo frente al espejo (aunque han aparecido las canas y las arrugas en la frente ya son más visibles). Como nunca antes, estoy obsesionado con mantenerme en forma, salir de fiesta en las noches y quiero comprarme un carro deportivo rojo. Vuelvo a la vida real y lo que hay son sólo responsabilidades que tiene todo hombre de familia. Es una etapa en la que tengo muchos miedos: miedo a la vejez, miedo a estar desperdiciando años de vida, miedo a la soledad, miedo a perderlo todo.
De acuerdo a estudios desde la psicología, a la mitad de nuestra existencia la satisfacción vital decrece. Existe un patrón en los niveles de felicidad que está relacionado con la edad y que nos suele poner tristes al alcanzar la década de los 40. Para que nos hagamos una idea, si la felicidad sigue una curva en forma de U, la felicidad está muy alta al principio y al final de nuestras vidas, pero más baja en el medio. Es la famosa crisis de los cuarentas o crisis de mediana edad, y sucede tanto en hombres como en mujeres.
Para ambos sexos es normal que las personas intenten recuperar su juventud, de sentirse atractivas y deseadas. Si están en un matrimonio de muchos años, suelen tener una “canita al aire” con alguien más para romper con la monotonía conyugal. No es casualidad que la mayoría de los divorcios se den en esta edad.
Si usted es una mujer, en una sociedad tan tradicional como la nuestra, tal vez le pasa que nunca se ha sentido libre, que su vida ha respondido a presiones sociales; que no ha tenido juventud, que se casó muy joven con su primer novio, que no ha viajado, y que, ahora harta de limpiar, de cocinar y de cambiar pañales, se da cuenta que no ha vivido lo suficiente, que quiere escapar y dejarlo todo atrás.
Sucede también durante esta crisis de mediana edad, que uno se conoce mejor así mismo, se explica mucho de su personalidad y se hace una introspección desde su infancia. A mí personalmente me ha ayudado a entender a mis padres y a empatizar con ellos.
Es una etapa de la vida en la que, si uno no es consciente de ello, se puede caer en una profunda depresión, pero como toda crisis también significa oportunidad. Como en el ciclo de vida que cité en la primera línea de este texto, al llegar a un punto, puede haber un declive, o un renacimiento en el que se supera la crisis y se refuerza uno personalmente.
Cuando una persona que pasa por esta crisis vive en pareja y toma decisiones unilaterales, es común que se ponga en riesgo el equilibrio de su vida. Afortunadamente yo tengo a una esposa maravillosa e inteligente con quien puedo hablar abiertamente estos sentimientos, que me entiende, y, sobre todo, que me tiene mucha paciencia.
Es cuanto...