No sabemos si los fuertes golpes que les ha asestado el Gobierno mexicano a las dos facciones principales de lo que era el Cártel de Sinaloa anuncien que esté cercano el fin de la guerra narca que ha azotado a Culiacán y a otras ciudades y poblados de Sinaloa, así como a otras partes del País.
Lo cierto es que por primera vez en muchos años se observa que el cártel se debilita profundamente en su territorio de origen al grado de estar en riesgo de perder ante el CJNG el liderazgo del crimen organizado mexicano. El encarcelamiento de sus líderes históricos en prisiones de Estados Unidos y la detención de importantes mandos tanto de “la Mayiza” como de “la Chapiza”, anuncian la muy posible y próxima aprehensión de los hijos de los legendarios capos que están bajo la férrea mano del aparato judicial estadounidense. Si esto es así, estaríamos ante el principio del fin del largo reinado de los narcos sinaloenses en la historia del crimen organizado mexicano. No significaría la muerte de la industria narcótica sinaloense pero sí el profundo debilitamiento de sus principales agrupaciones.
El cerco sobre Iván Archivaldo Guzmán, a quien propios y extraños señalan como el primer mando de “la Chapiza”, si hacemos caso de las noticias de que él estuvo a punto de ser detenido el miércoles por la noche de este 19 de febrero, se está cerrando cada vez más, lo que supondría un golpe mortal su grupo. Jesús Alfredo, el otro hermano que está libre, según el periodista especializado en crimen organizado José Luis Montenegro, debido a un acuerdo que ellos establecieron con el Cártel Jalisco Nueva Generación para garantizar la solidez de lo pactado que incluye, entre otras cosas la repartición del control de territorios, está refugiado en Nayarit. Si su hermano es detenido, la lógica indica que él tendría que tomar el mando de la herencia paterna, pero en condiciones precarias y de la mano del CJNG.
Lo cierto es que esta semana el gobierno de Claudia Sheinbaum, no sabemos si con información que le ha brindado la inteligencia estadounidense o por la propia, le ha soltado obuses por debajo de la línea de flotación a los hijos de Joaquín Guzmán. Si no hay información de las agencias estadounidenses en las más recientes detenciones que se han dado en Culiacán, sí hay una enorme y efectiva presión de la Casa Blanca.
A pesar de que la estrategia de Omar García Harfuch y Claudia Sheinbaum ha demostrado su efectividad, gran parte de la ciudadanía sinaloense, y más particularmente la de Culiacán, así como la opinión de no pocos columnistas, considera, al ver que los enfrentamientos y muertes no cesan, que no ha avanzado nada o casi nada en el combate a los ejércitos del narco.
Puede entenderse la insatisfacción y frustración de los habitantes de Sinaloa en las acciones gubernamentales contra el crimen, pero que periodistas con larga trayectoria piensen lo mismo, es incomprensión y/o desconocimiento del poderío de lo que hasta ahora se ha llamado el Cártel de Sinaloa. Es poco menos que ingenuo pensar que una organización con décadas de historia, una ancha base social e influencia cultural, un enorme poderío económico con ramificaciones en varias industrias y empresas legales, que ha penetrado todo tipo de instituciones gubernamentales en un amplio número de estados y municipios del País, y con una presencia en el mundo del crimen de los cinco continentes, pueda ser abatida en unos cuantos meses. Un leviatán de tal tamaño no surgió de la noche a la mañana ni puede ser disminuido tan sólo con voluntad política y miles de hombres en armas.
Podría estar cerca el fin de la guerra narca que empezó el 25 de julio de 2024 pero no la desaparición del crimen organizado que tiene como epicentro Culiacán, una de las capitales del crimen organizado mundial. Sí podríamos ver su resquebrajamiento como cártel en Sinaloa, pero también habría que ver qué sucede en otros estados donde tiene una fuerte presencia, como en Sonora, Durango, Chiapas, Tabasco, etc., y en otros países, incluyendo Estados Unidos.
Es evidente que la Presidenta Claudia Sheinbaum está pisando el acelerador en el combate al crimen organizado en Sinaloa y otras partes del País porque es necesario mostrarle a Trump que en el Gobierno mexicano hay decisión, estrategia y capacidad para enfrentar uno de los gigantescos problemas que azotan a la nación. A su vez, Trump quiere mostrar como triunfos suyos los sólidos golpes a los cárteles mexicanos, ya incluidos oficialmente en la lista gringa de las organizaciones terroristas. Un triunfo sobre el Cártel de Sinaloa va a ser presentado por el hombre naranja como un éxito suyo y su electorado se lo va a comprar.
Son ya muchas las evidencias de que Donald Trump tiene prisa en desmoronar a las organizaciones criminales mexicanas y lo mismo se observa en Claudia Sheinbaum, para tal propósito han centrado sus esfuerzos en Sinaloa.
Podría estar cerca el fin de la guerra narca sinaloense o, por lo menos, de su fase más intensa y violenta, y la población del estado podrá respirar más libremente, pero sería iluso concluir que esta industria está viviendo sus últimos días. No obstante, el que hubiese un cese al fuego de alta intensidad ya sería un gran logro.