Caminos intransitables

    Toda esa sinergia puede perderse si las autoridades no se percatan del impacto negativo que tiene el deterioro de la infraestructura carretera, el alza en el costo de las casetas de peaje, el elevado precio de los combustibles y la misma inseguridad. Todos ellos, son elementos que ponen en riesgo la sostenibilidad de Mazatlán como una ciudad altamente competitiva.

    jorge.ibarram@uas.edu.mx

    Las carreteras en Sinaloa son un desastre, sobre todo las que conectan con el puerto de Mazatlán. Nada justifica el incremento del 40 por ciento en las cuotas de peaje, como el que se aplicó apenas hace dos días por los concesionarios de la autopista. Es un completo abuso. En la mayoría del País el aumento estuvo guiado por la tasa de inflación anual que fue de 7.8 por ciento.

    Ahora trasladarse de Culiacán a Mazatlán por autopista cuesta 440 pesos por un tramo mal encarpetado de 215 kilómetros que siempre se encuentra en reparación. Eso sin tomar en cuenta el precio del combustible, que para inicios de año ya promedia los 23 pesos por litro. Es decir, por un viaje rápido de ida y vuelta de un solo día, una persona tiene que desembolsar alrededor de mil 600 pesos.

    Desafortunadamente la carretera libre no es una opción para muchos. No solo por la inseguridad. El puente sobre el Río Quelite lleva un año y medio sin ser reconstruido. La desviación por Mármol quita mucho tiempo, y el tramo más corto es un camino improvisado que atraviesa un poblado de calles de tierra y de un solo sentido, sin capacidad para soportar tal cantidad automóviles que por ahí pasan.

    Es urgente un plan de conectividad regional a largo plazo para Mazatlán, que incluya la ampliación y mantenimiento de caminos federales de libre circulación, e incluso la puesta en marcha de un tren de pasajeros, como ya se proyecta en otras partes de la República Mexicana.

    En los últimos meses se ha discutido la saturación de las calles por el aumento del tráfico vehicular al interior de la ciudad, sin embargo, el problema de movilidad debe ser tratado más allá de los límites de la periferia urbana.

    La conectividad es un elemento básico para detonar el desarrollo. Una ciudad bien conectada tiene acceso a mercados más amplios. La conectividad incrementa el intercambio de mercancías, eleva la afluencia de visitantes, e incluso hace más atractivo al lugar, para la localización de nuevas empresas e industrias generadoras de empleo.

    En la historia de la humanidad, la ubicación siempre fue un elemento clave del crecimiento urbano. Por eso las primeras civilizaciones se gestaron en los márgenes de los ríos. Antes del ferrocarril, los puertos sobre el Mar Mediterráneo fueron los puntos de convergencia económica y cultural. Parte de la grandeza del Imperio Romano se debe a la red de caminos que incluso hoy en día siguen generando prosperidad y cohesión en Europa.

    Las grandes capitales del mundo se caracterizan por ser puntos nodales del comercio y la información. Incluso en México, los lugares más desarrollados son aquellos localizados en la afluencia de caminos transregionales, como es el caso de la zona de El Bajío, que por su ubicación se ha convertido en un gran centro logístico de comercio y en un importante corredor industrial del sector aeronáutico y automotriz.

    La propia historia económica de Mazatlán refuerza la importancia que tiene la conectividad en el desarrollo regional. Hasta antes de la apertura de la carretera que enlaza el puerto con el oriente del País, Mazatlán era un destino turístico estancado y sin perspectivas a futuro.

    La culminación del Puente Baluarte y la Supercarretera a Durango le imprimió una nueva dinámica a la ciudad. De eso hace ya 10 años. A partir de ahí el flujo de visitantes vino en aumento. La Secretaría de Turismo reporta que, de 2011 a 2021, el número de turistas anuales que llegaron a Mazatlán, se incrementó en medio millón de personas. Esto no solo impulsó la hotelería, también otras actividades paralelas como la industria inmobiliaria, gastronómica, el comercio y los servicios en general.

    Pero toda esa sinergia puede perderse si las autoridades no se percatan del impacto negativo que tiene el deterioro de la infraestructura carretera, el alza en el costo de las casetas de peaje, el elevado precio de los combustibles y la misma inseguridad. Todos ellos, son elementos que ponen en riesgo la sostenibilidad de Mazatlán como una ciudad altamente competitiva.