Bolívar

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    Las cien caras (y cruces) de Bolívar

    La biografía del legendario Libertador escrita por Marie Arana recurre a cartas y documentos para reconstruir el contexto de su controvertida figura

    Por Miquel Alberola

    MADRID (25 enero 2020)._ Simón Bolívar (1783-1830) es una de las figuras que más espacio llena en el imaginario latinoamericano. La que personifica la emancipación de los pueblos coloniales del “yugo intolerable” de España. También la que todavía agitan e instrumentalizan políticos para sacralizar sus acciones y darse brillo con el resplandor de su sable. Su trayectoria atraviesa tantas luces como sombras, fluctúa, según autores, entre George Washington y Maximilien Robespierre. La escritora y periodista estadounidense Marie Arana (Lima, Perú, 70 años) acaba de publicar la traducción española de Bolívar, Libertador de América (Debate), un libro que concitó el elogio de la crítica anglosajona tras su aparición en 2013 y que el solvente biógrafo Walter Isaacson ha calificado como la biografía que merecía el personaje.

    Arana, que durante años fue responsable de la sección de libros de The Washington Post, lo describe como un hombre que fue amamantado por una negra, que mide un metro 67, pesa 59 kilos y tiene una mirada inquietante. De raíz vasca y vocación cósmica, desborda magnetismo, poder de convicción. Es un jinete tan resistente que los llaneros lo llaman “culo de hierro”. Puede recitar a Rousseau en francés y a Julio César en latín, admira a Voltaire y Montesquieu, fascina a Lord Byron y es un mujeriego tenaz. Pero también, como un hombre muy imperfecto, impulsivo, testarudo, lleno de contradicciones. Intolerante con las críticas, sin paciencia en las discrepancias. Elocuente con la justicia, aunque no siempre capaz de impartirla en el caos de la revolución. Con todo, la autora pondera su “irreprimible generosidad, sus profundamente arraigados principios de libertad y justicia”.

    Tras años de carnicerías y adversidades (incluido un intenso terremoto que la Iglesia manejó como castigo de Dios al independentismo), Bolívar recibió todo el crédito de haber concebido, organizado y liderado solo la liberación de seis naciones (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia, que entonces integraba a Panamá), con una población que superaba en un 50 por ciento a la de América del Norte. Pero el Libertador viviría para ver cómo se demolía esa gloria. La política en esos países se insubordinó, sus detractores se expandieron. Bolívar, señala Arana, “llegó a creer que los latinoamericanos no estaban preparados para un gobierno verdaderamente democrático: abyectos, ignorantes, recelosos, no comprendían cómo gobernarse a sí mismos”. Entre el Libertador y el dictador apenas quedaba espacio. El sueño ilustrado de la América Latina unificada a semejanza de la del Norte se estrelló contra la realidad.

    El libro de Arana, minucioso con las afirmaciones y las fuentes, ha suscitado críticas en el sector más sensibilizado contra la leyenda negra del imperio español, que le imputa un excesivo enfoque criollista y novelesco (su lectura es amena). Había abonado el terreno un libro previo: El terror bolivariano (La esfera de los libros), cuyo autor, el ex Senador venezolano e historiador Pablo Victoria, plasma al Libertador como “artífice de un antecedente claro del Holocausto judío”.

    Arana defiende que su biografía del Libertador “captura el momento de una forma más completa y, tal vez, más humana que algunas de las existentes”. Señala que recorrió a las fuentes primarias (las cartas de Bolívar, los relatos de sus soldados, los comentarios contemporáneos, las crónicas españolas) “en busca de fragmentos de color que no había visto en otras biografías e historias” por todas las bibliotecas del continente americano. Ese “material original”, afirma, “está lleno de drama y detalles” que contienen un “sentido de urgencia y viveza” que ella no percibió en otras biografías. “Quería transmitir los olores, los sonidos, la sensación de la selva y la montaña, el sudor de los caballos. Sondeé fuentes primarias para esos detalles. También reuní pormenores y observaciones perspicaces de obras de escritores en español que nunca se habían leído ampliamente en todo el mundo y que parecían suspendidas en una especie de limbo”. La autora empleó varios años en la documentación por diversos países y cuatro escribiendo el libro.

    https://elpais.com/cultura/2020/01/22/actualidad/1579712695_332572.html