México siempre ha aspirado a dejar atrás el subdesarrollo, que se ha basado en una economía desequilibrada, con regiones de alto progreso y otras con un atraso y pobreza considerables.

    Se proyecta un esperanzador futuro en el País. Hay pronósticos que indican un despegue significativo en el desarrollo de la economía, con magníficas expectativas de alcanzar un nuevo estadio de desarrollo con bienestar. Esta realidad alienta mucho a los ciudadanos, pues se compagina con sus expectativas y los llena de certidumbre.

    Hay un panorama prometedor hacia adelante. No hay obstáculos que perturben las grandes obras de infraestructura que se iniciaron durante el sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador y que ya comienzan a dar sus frutos, como la refinería Dos Bocas, que ha pasado el periodo de pruebas y ha comenzado a refinar petróleo y a producir gasolinas. La Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ya trazó los planos de una inmensa red ferroviaria que comunicará de norte a sur a todo el País y que activará el intercambio comercial, tanto al interior como hacia el extranjero. Lo más importante es que estas obras magnas se realizan sin recurrir a la deuda externa y se realizan en beneficio de todos los mexicanos.

    México siempre ha aspirado a dejar atrás el subdesarrollo, que se ha basado en una economía desequilibrada, con regiones de alto progreso y otras con un atraso y pobreza considerables. Hay condiciones inmejorables para lograr, en el corto plazo, un desarrollo económico más equilibrado y complementario. Los factores que inciden en ese sentido son innumerables y perfilan una nueva etapa de progreso; además, el País está consolidando su democracia, con una sociedad madura y muy participativa políticamente a favor de la transformación del País. Esta alineación de una economía con bienestar en ascenso y una cultura democrática, que cada día gana más terreno, será decisiva para acelerar las condiciones que permitan, como lo hemos dicho, superar el subdesarrollo del País e insertarse en las economías más desarrolladas.

    Esperamos que en corto tiempo nuestro México acceda a esos niveles, para beneplácito de su ciudadanía, que va a ver coronadas sus expectativas de progreso. La economía con bienestar es un modelo a todas luces superior al modelo del pasado reciente, neoliberal, que sólo ponía énfasis en el progreso para unos cuantos plutócratas, pero se olvidaba de los trabajadores y las clases medias que son en realidad quienes crean la riqueza del País.

    Como lo afirmamos, nuestra predicción de que México superará por esta vía transformadora el subdesarrollo tiene bases ciertas y, de ninguna manera, son elucubraciones banales, partimos de las potencialidades que en distintos campos tiene nuestra economía.

    México es uno de los países con más recursos naturales en agricultura y en ganadería. Flanqueado el País por dos océanos, tenemos una inmensa riqueza pesquera y turística aún por detonar. Los mares y playas mexicanas son escenarios panorámicos de los más bellos del mundo. Tenemos yacimientos mineros en todo el territorio nacional, somos uno de los mayores productores de oro y plata, poseemos una de las reservas de litio más grandes del planeta. Somos autosuficientes en la producción del petróleo y exportadores del oro negro. Contamos aún con inmensas selvas y bosques, flora y fauna silvestre; tenemos inmensos ríos en todo el territorio nacional. Y, lo principal, tenemos uno de los pueblos más generosos, solidarios y laboriosos que se puedan encontrar en el mundo.

    No podemos quejarnos de la grandeza de este gran País. Lo que ha detenido su desarrollo ha sido el saqueo que ha sufrido durante muchos años por gobiernos corruptos, que se han dedicado a dilapidar el patrimonio nacional, o a entregarlo a los grandes capitales extranjeros. Señalamos como ejemplo dos grandes etapas de decadencia: la dictadura porfirista, que se prolongó por 34 años y sólo la derrotó la Revolución de 1910; y el periodo neoliberal, de 1980 a 2018, donde se realizó el despojo más grande de nuestra historia, incluso más depredador que durante la invasión de los españoles.

    Ese nefasto periodo neoliberal dejó una huella imborrable en la memoria de los ciudadanos, quienes, en 2018, decidieron mandarlo, junto con sus promotores -los prianistas-, al basurero de la historia. La decisión de la gente es que nunca más regrese ese tipo de política y políticos; eso quedó ratificado en la elección del 2024. Por eso los partidos que añoran esa etapa neoliberal la tienen en chino, ya que hay una decidida voluntad ciudadana de cerrarle la puerta, a piedra y lodo, a esos partidos que gobernaron durante ese infame periodo neoliberal.

    México es un país donde los vientos de liberación nunca han amainado. A lo largo de la historia nacional encontramos ejemplos de patriotismo, de heroica defensa de nuestra soberanía nacional; hoy los mexicanos estamos también haciendo historia.

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