Apoya AMLO a un Rocha muy respaldado
Coraza presidencial, ¿ante qué o quiénes?
Sin dejar de ser trascendente el tema de “Internet para todos” que trajo al Presidente Andrés Manuel López Obrador a visitar de nuevo Sinaloa, sí importa descifrar el subrayado del discurso en Mazatlán que hace énfasis en el apoyo del Mandatario federal al Gobernador Rubén Rocha Moya, tomando en cuenta que tal respaldo no está en tela de juicio porque se ve, se sabe y se siente que el régimen autodenominado Cuarta Transformación apuntala con toda su fuerza al jefe del Ejecutivo Estatal.
Al no ser claros los motivos políticos que dieron lugar al posicionamiento en el cual López Obrador llama “compañero” a Rocha Moya y dice que “le tenemos toda la confianza y lo vamos a apoyar, lo vamos a respaldar”, la conversación pública intentará identificar algunas circunstancias de vulnerabilidad que ameritan el refrendo de la amistad y la colaboración entre el Presidente y el Gobernador. ¿Por qué un espaldarazo tan emocionado a quien llegó al Gobierno con la mayor fuerza que jamás tuvieron quienes desempeñaron el cargo en las cuatro décadas recientes?
Sin definir los porqués, AMLO redunda en el empoderamiento que le da al Gobernador como representante plenipotenciario de la 4T en Sinaloa. En la vieja costumbre del poder, un posicionamiento presidencial de tal índole venía solo en momentos álgidos y la primera interpretación arrojaba la hipótesis de que se trataba proteger de algo o de alguien a quien lo recibía.
Por ejemplo, después que Francisco Labastida Ochoa fue enviado a Sinaloa en 1986 a buscar la Gubernatura, en la jugada del Partido Revolucionario Institucional para quitarlo de la boleta electoral en la elección presidencial de 1988 que el PRI cuidó a favor de Carlos Salinas de Gortari, recibió varias visitas de CSG ya investido como Mandatario federal. Así pretendió lavar con saliva la afrenta de desplazar a FLO como aspirante a residir en Los Pinos, pero el reiterado apoyo salinista lo confinó más en el cargo que el mochiteco no quería.
Más recientemente, ante el desastre político que se le auguró al priista Quirino Ordaz Coppel cuando el morenista López Obrador ganó la votación presidencial de 2018, de inmediato AMLO operó para echar abajo la teoría de la confrontación y a partir de que asumió el cargo, con aquel “Quirino es un buen gobernante y si no les gusta, no me importa”, de enero de 2019, desaparecieron las diferencias ideológicas a tal grado que el ex Gobernador es hoy Embajador de México en España.
Pero Rocha Moya no se halla en alguno de los dos supuestos, el de Labastida Ochoa y Ordaz Coppel, sino al contrario, es parte del mismo partido que fundó López Obrador, les ha guardado absoluta lealtad a los postulados de la 4T, tiene pleno control político en Sinaloa y nada parece amenazar a su gobierno. Es aquí donde punza la interrogante de por qué la revalidación de “le tenemos toda la confianza”.
Conjeturemos. Por haber sucedido en Mazatlán, el primer deletreo de un mensaje con tantos destinatarios podría involucrar al Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres, quien se encuentra en la fila para un posible juicio político si es que la Fiscalía General del Estado y el Poder Judicial hallan los elementos inculpatorios en diferentes delitos que se le acusan. La labor de fiscalización que realiza la Auditoría Superior del Estado y la acumulación de denuncias ciudadanas son suficientes razones jurídicas para actuar, sin embargo, Rocha Moya necesitaría el visto bueno presidencial para llevar ante los tribunales a “El Químico”.
O quizá López Obrador está al tanto de la atmósfera de tensión que se generó en torno a la Universidad Autónoma de Sinaloa por el señalamiento del Gobernador en el sentido de que en el campus se le da soporte financiero y logístico al Partido Sinaloense. ¿De ahí deriva la revalidación del respaldo presidencial a Rocha? O bien podría tratarse de atenuar con las palabras de AMLO la señal que está enviando al Gobierno de Sinaloa el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, al encargarle el funcionario al PAS su campaña en la entidad con miras a suceder en el cargo a López Obrador.
Otro motivo tendría que ver con la decisión de poner orden en células de la delincuencia organizada que insisten en sembrar el miedo y hacerse notar como gobierno de facto en Sinaloa, desobedeciendo la indicación de paz que proviene de Palacio Nacional. En caso de ser probada la carpeta de investigación de la Fiscalía General de la República que involucra a un segmento del cártel local en hechos violentos sincronizados en cinco estados del País, la posible actuación federal requerirá blindar el estado con más Guardia Nacional. ¿A ello se refiere AMLO?
Ya se sabrá. Ese gesto de amistad y amparo es mucho más que el “siempre voy a estar a la altura del pueblo de Sinaloa” y es por los alcances implícitos que echa a volar la imaginación colectiva.
Que amor con amor se paga,
Dice a Rocha el Presidente,
Pero es solo frase vaga,
¿O lo ve en riesgo inminente?
En tanto cuaja la especulación sobre el motivo del abrazo amloísta a Rocha, pues que el Presidente demuestre ese afecto a los sinaloenses realizando las obras que el Gobernador le enumeró: carretera San Benito-El Aguaje para conectar a Mocorito con Badiraguato, incluir en el programa Bienpesca a 300 mujeres trabajadoras de las empacadoras de Mazatlán, hidroeléctricas en las presas Santa María y Picachos que por fin harían realidad que la CFE aplique en Sinaloa la tarifa 1F, así como el apoyo de fin de año que la Federación hace a los estados para reembolsar las erogaciones fiscales anuales y las entidades puedan cumplir con obligaciones mayúsculas de septiembre. Por si acaso no regresa a esta tierra de aquí a diciembre, el presidente ya se llevó la cartita de los sinaloenses a Santa Clos.