@_martinmoreno
SinEmbargo.MX
López Obrador está tocado por la corrupción... Aunque proclame que ni él ni su Gobierno son corruptos, los hechos inobjetables, los datos duros, demuestran que sí lo son. La mayoría así lo percibe. Pruebas abundan. Y no las ven quienes no las quieren ver. Así de sencillo.
Los hechos:
Allí está su hijo José Ramón viviendo como millonario en Houston, gracias a los contratos otorgados por Pemex a su mecenas: la empresa petrolera Baker Hugues. El conflicto de interés abierto, impune, que los exhibe como corruptos. La Casa Gris del hijo de AMLO es el emblema de la corrupción de la familia presidencial.
Allí están los hermanos de AMLO: Pío y Martín, grabados en video recibiendo dinero ilegal durante las elecciones que, según reconocieron, “son recursos para mi hermano (Andrés Manuel)”.
Allí están los casos de Segalmex, Diconsa y Liconsa, con irregularidades financieras actuales equivalentes a 8 mil 636 millones de pesos. “Es el mayor desfalco que he visto en mi vida profesional. Nunca había visto un desfalco de esta magnitud”, advirtió la diputada y ex comisionada presidenta del IFAI, María Elena Pérez-Jaen, al presentar ante la FGR la denuncia penal correspondiente. Un escándalo de la corrupción obradorista.
Allí está Manuel Bartlett y su fortuna aumentada a través de los contratos ganados por su hijo, al amparo de la 4T.
Allí está la prima Felipa y los contratos que obtuvo gracias a su primo el Presidente y que la hicieron millonaria.
Solo por mencionar algunos casos de corrupción debidamente documentados.
Y las consecuencias llegaron:
El 54 por ciento de los mexicanos considera que Andrés Manuel López Obrador es corrupto. (Fuente: Encuesta de la firma México Elige. 9/Octubre/2022).
Aún más:
En su acostumbrada encuesta del domingo pasado, Consulta Mitofsky, capitaneada por Roy Campos, aporta una cifra brutal y reveladora:
El 75.2 por ciento asegura que hay “mucha corrupción” en el Gobierno de AMLO.
Allí están las cifras y los hechos. Cifras rotundas. Hechos irrebatibles.
¿Quién se atreve a refutarlos?
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“Seis de cada 10 mexicanos consideran que el Presidente López Obrador es corrupto...”, asegura, con base en la encuesta levantada durante octubre por México Elige mediante 10 mil 749 entrevistas, el director de México Elige, Sergio Zaragoza. Ha subido siete puntos en las últimas semanas la percepción de que AMLO es corrupto, asegura.
Y estas cifras se dan antes de la aparición del libro El Rey del Cash, de Elena Chávez (Grijalbo/Random House), que se quiera reconocer o no, le ha pegado fuerte a la imagen de López Obrador en cuanto a la corrupción que él representa, y que incluye tanto a su familia como a algunas alas de su Gobierno.
Sobre este nuevo libro, vale la pena una reflexión:
¿Por qué pegó tan fuerte y ha levantado tanto ruido mediático El Rey del Cash?
Porque más allá de que es un libro testimonial que no obliga a presentar pruebas de investigación periodística, simplemente, porque no lo es -es decir, los testimonios vividos y narrados por Chávez en el texto representan, en sí, las pruebas que sustentan su libro testimonial-, hay una circunstancia que le da valor al libro: una gran mayoría considera que, efectivamente, López Obrador ha vivido y sobrevivido durante décadas de la extorsión política; de los “moches” que los funcionarios de Gobierno le obsequiaban desde los tiempos en que AMLO pertenecía al PRD y realizaba campañas electorales; de los dineros que amigos a conveniencia (como Marcelo Ebrard) le otorgaron durante muchos año, y de la caridad ajena con recursos del erario. Y todos esos son delitos.
El valor intrínseco de El Rey del Cash no son las pruebas, no, sino la confirmación en el vox populi de que López Obrador ha vivido de la extorsión política durante décadas. Casi todos perciben que AMLO ha obtenido dinero oscuro para sobrevivir en lo político y en lo personal. El libro sólo vino a confirmar esta percepción ciudadana de corrupción, y de ahí que registre altas ventas en las librerías. Es una batalla que AMLO ya perdió.
Y más:
AMLO comete un error grave debido a su soberbia, al insistir, una y otra y otra vez, aquello de que “yo jamás he usado tarjetas de crédito ni cheques, y ni siquiera sé llenar un cheque... no tengo cuentas bancarias”. Craso error.
¿Por qué es un error estratégico lo machacado por AMLO respecto a su manera de financiarse durante décadas, y que alientan la obtención de dinero de origen oscuro?
Porque al carecer de cuentas o tarjetas o cheques o cualquier otra manera para demostrar que sus ingresos han sido lícitos, y al no tener manera de comprobar que ha vivido exclusivamente de su trabajo, AMLO refuerza y confirma la versión de que ha sobrevivido gracias a las dádivas que en efectivo, en cash, le han hecho llegar desde los gobiernos afines a su movimiento. Recursos públicos. Dinero oscuro, pues. Lavado de dinero.
Y eso se llama corrupción.
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La corrupción de AMLO y de dentro de su administración ha quedado evidenciada. Que no se quiera investigar y la FGR o la Fiscalía de Delitos Electorales sean tapaderas de López Obrador, familia y amigos, es otro cantar. Pero la corrupción allí está.
Y los ciudadanos lo saben: seis de cada diez ven a un AMLO corrupto.
Y seguirán brotando, seguramente, más escándalos de corrupción de la 4T.
Aunque AMLO lo niegue con su tiznado, roído y ridículo pañuelito blanco.