10 veces más homicidios intencionales de hombres en México, comparado con el mundo
El Inegi publicó las Defunciones por Homicidio enero a diciembre de 2023 (preliminar), informando que se registraron... 31 mil 062 homicidios. A nivel nacional, la tasa fue de 24.0 homicidios por cada 100 mil habitantes.
El principal medio que se utilizó para provocar los homicidios fue el disparo de armas de fuego, con 70 por ciento. En el caso de los hombres, la tasa en 2023 fue de 43.1 homicidios por cada 100 mil habitantes de sexo masculino; para las mujeres, de 5.4 por cada 100 mil habitantes de sexo femenino.
Sabemos que “La tasa de homicidios mundiales en 2021 fue 5.8” (aproximadamente 4 corresponde a hombres; dato global más reciente). Asumiendo si acaso una variación mínima para 2023 en este último dato, en México los homicidios de hombres multiplican aproximadamente por 10 la tasa mundial de víctimas mortales del mismo sexo.
Estoy adentrándome en investigaciones que ofrecen interpretaciones sobre cómo pensamos y cómo actuamos las personas y algo parece claro: estos datos pueden merecer la mayor relevancia o bien pueden ser relativa o completamente irrelevantes, según el marco cognitivo de cada persona.
Ni esta ni información alguna es por sí misma significativa para nadie, todo depende de múltiples mecanismos cognitivos complejos que pueden asignar cualquier valor a la información. Discutiré esto cada vez con más frecuencia porque esta perspectiva desmonta el postulado que atribuye un alto valor intrínseco a eso que llamamos evidencia. Aceptar y asumir esto ciertamente supone un desafío descomunal y no reconocerlo acaso impone límites mayores a la comprensión de nuestra o de cualquier sociedad.
Así tal cual, si los homicidios intencionales con armas de fuego son completamente desproporcionados en comparación al promedio global, el hecho puede merecer cualquier valoración. Todos los días muchas personas que trabajamos por la reducción de las violencias nos preguntamos por qué la censura social y la acción colectiva en esa ruta son crónicamente débiles. Ninguna respuesta superficial ayuda a entenderlo. Ciertamente la frustración puede ser enorme y se puede criticar esa debilidad, pero en todo caso debemos descifrar las operaciones mentales que están detrás.
Se sabe que la investigación sobre los resortes cognitivos está influyendo en la construcción de las narrativas desde el poder político. Me pregunto en qué medida la aparente normalización de las violencias, es decir, su escaso o nulo significado en la deliberación a cielo abierto, es consecuencia de narrativas políticas construidas desde el aprendizaje de los mecanismos cognitivos.
Me pregunto si desde afuera de la llamada clase política nos hemos rezagado en la interpretación de esto -al menos desde donde yo lo miro- y si ello es parte de lo que ahora podríamos entender como una “ingenuidad”.
Puede ser más fácil no abrazar esta complejidad y poner todo esto a un lado y seguir esperando que las mayorías reivindiquen el valor de la evidencia, porque quienes la construimos y promovemos así lo hacemos. ¿Eso sería atarnos a los errores heurísticos que producen nuestros propios sesgos?
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@ErnestoLPV
Animal Político / @Pajaropolitico