"Yoremes: una tradición que persiste"
Son más de cuatro siglos, pero la tradición persiste. Cada temporada de Semana Santa, las comunidades mayo-yoremes del norte de Sinaloa se visten de manta con bordados religiosos, se ponen sus máscaras artesanales de madera tallada o cuero, y recorren los pueblos marcando el paso con los tenábaris y danzando al ritmo de la flauta de carrizo y el tambor de doble parche.
La tradición es una mezcla del folclor cahita y la conmemoración de la Pasión de Cristo, otro resultado de aquel choque violento entre la cultura de la América indígena y el dogma de la Europa católica.
Los judíos, llamados así porque representan a aquellos que crucificaron a Cristo, son yoremes que ofrecen una manda por favores recibidos, y dedican su esfuerzo por lo regular durante tres años.
Pero también participan los yoris, que son mestizos o blancos y lo hacen por diversión o porque se identifican de cierta manera con la tradición; y cada vez son más. Es ahí donde radica un ligero atisbo de decadencia.
Rafael Álvarez López, un yori que ha participado desde hace cincuenta años en esta tradición y que ahora ostenta el cargo de tambulero mayor en la cofradía de San Miguel Zapotitlán, señaló que cada vez participan menos yoremes y las nuevas generaciones no tienen la misma dedicación y disciplina.
“Hemos tenido muchos problemas en cuestión de la juventud, que no quieren llevar las cosas como debe de ser, estamos batallando. Somos pocos los que nos apegamos un poquito más a lo que son las tradiciones”, externó.
San Miguel es el centro ceremonial de mayor relevancia en el municipio de Ahome, pues congrega a alrededor de dos mil 500 judíos. En el municipio hay otros nueve centros ceremoniales, y cada uno es administrado por un cobanaro, pero son los pilatos quienes lideran a los judíos.
El municipio de El Fuerte representa otra gran zona de tradición yoreme, y en Mochicahui se ubica el centro ceremonial más importante de los siete que tienen registrados. Ahí se congregan más de 400 judíos.
Otro de los principales problemas que han enfrentado los yoremes para mantener viva la tradición, según Álvarez López, ha sido la avaricia de algunos cobanaros.
“Hemos tenido apoyo, desgraciadamente, algunos gestores que hemos tenido han tratado de desviar los recursos”, reveló.
REGRESA LA CELEBRACIÓN CATÓLICA
Con la expulsión de los jesuitas en 1767 de todo el reino de España, la Iglesia Católica dejó de tener participación en las festividades indígenas de la Nueva España, incluida la Semana Santa mayo-yoreme en el norte de Sinaloa.
Sin embargo, este sábado se volvió a unir el lazo entre ambas creencias, pues un sacerdote católico ofició misa de Sábado Santo (antes llamado Sábado de Gloria) en el templo indígena de San Miguel Zapotitlán.
“Aunque no estábamos acostumbrados a eso, los judíos se portaron bien y la gente lo aceptó bien también”, comentó Rafael Álvarez López.
San Miguel fue fundado precisamente por los jesuitas Vicente del Águila y Andrés Pérez de Rivas en 1608, por lo que los rituales indígenas y la fe católica han estado ligados en su historia desde siempre.