TheJoy
Santo Cristo. Esa fue la expresión de impacto cuando me trajeron aquel soberbio chamorro, servido sobre fragante hoja de plátano y provisto de una guarnición compuesta por elote cocido, guacamole sinaloense, frijoles refritos, salsa y tortillas de maíz recién hechas.
Nunca había estado en Tunakú, que además se firma como Restaurante ‘Con alma mexicana’. Y lo que podría resultar más curioso: jamás imaginé que por los rumbos donde se ubica, existiera un sitio como para degustar con exquisitez, porque cuando el automóvil se enfiló por las orillas de las vías del tren, casi pedí explicaciones a Irene Pasos, mi generosa amiga, pues cuándo se había visto que, para un buen comer con toque gourmet, tuvieras que adentrarte hacia terrenos inverosímiles, en la noche de la iguana.
Y fui de sorpresa en sorpresa, porque -de repente- a la izquierda del camino vi erguido el Restaurante, y fue aquello como si hubiese arribado a un caserón tejano, pero con detalles mexicanísimos, como el entramado de ladrillos de barro y la elección de los colores. Ya no se diga de la flora autóctona, como el guamúchil que nadie sembró y que allí sigue, majestuoso.
Y la madera se impuso al interior de Tunakú, piso incluido, ofreciendo un ambiente tan agradable y relajado, como la sonrisa de Laura Guzmán, artífice de este encanto de lugar, cuyo crédito también le corresponde a su esposo, Luis Ramos, el veracruzano que trajo la sazón de su tierra a Culiacán.
El chamorro degustado estuvo francamente delicioso, de textura interna aterciopelada -con una terneza increíble- y piel crocante.
Fue un halago al paladar sentir el crepitar de la costra y la suavidad de la carne, que logran tras horas y horas de marinado, con especias y notas de vino tinto -entre otros secretos de la cocina-, hasta la hora de hornear, lo que significa que el chamorro no es frito, lo que lo vuelve más atractivo para la salud.
Guacamole de Tunakú.
Y si a esto le añadimos la sabrosura del elote cocido con un toque de mantequilla, más un guacamole de verdad, tal como solía servirse antaño, sin agua, más la salsa, los frijoles refritos y las tortillas al comal, señoras y señores, todo ello fue un bullicio de sabores exquisitos. Una sorpresa más fue cuando pusieron frente a mí unas magníficas costillas bañadas con salsa BBQ, marinadas y horneadas del mismo modo que el chamorro. Espectacular.
Costillas con salsa BBQ, marinadas y horneadas, guarnición de igual a la del chamorro con unas láminas de papa fritas, estilo chips.
La guarnición de las costillas fue similar a la del chamorro, excepto que añadieron unas láminas de papa fritas, estilo chips, hechas con un punto de limón, por lo que combinar la textura sutil de la proteína con lo crujiente de las chips, resultó en un equilibrio gustoso. Si no ha ido al Restaurante Tunakú -cuyo nombre surge de la inspiración en la lengua totonaca y que podría significar ‘3 corazones’-, entonces haga agenda: tome el boulevard Pedro Infante (de norte a sur), y al llegar a las vías del tren, doble a la izquierda y váyase por el camino de terracería. A pocos metros, a su lado izquierdo, verá el inmueble. Es inconfundible. No puede dejar de ir. Mire que sé lo que le digo.
El chamorro y las costillas -de cerdo- son especialidades de la casa. Cada platillo tiene un costo de $145.00. Halague el paladar tras un menú ‘con alma mexicana’. Yo, de allí, me fui a degustar a La Primavera. Pero esto se lo cuento después. Y es todo.
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