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Opinión

Compromiso con Sinaloa: Adrián López Ortiz

Comprometerse es un acto ético. Compromiso significa en español contraer una obligación, empeñar la palabra.

Tal vez por eso, y no lo sé porque nunca se lo pregunté, Silvino Silva, director fundador, eligió esa palabra para la portada del primer ejemplar de Noroeste, publicado el 8 de septiembre de 1973 y que usted puede ver en la exposición de portadas que ponemos a su disposición a partir de hoy.

“Compromiso con Sinaloa” se lee en la de ocho columnas del número 1. Y luego se explica eso en el editorial fundacional: el compromiso entendido como altura de miras, como una aspiración, pero sobre todo, como una responsabilidad.

Contra todo pronóstico y a contracorriente, hoy, 50 años después seguimos aquí: siendo responsables con la misión trazada desde el inicio por los fundadores: formar ciudadanos a través del periodismo independiente, crítico y ético.

Estoy convencido que, como institución, hemos cumplido con creces y de muchas maneras con esa obligación. Lo que no quita que nos hayamos equivocado mil veces en una actividad que sigue siendo sumamente artesanal, delicada y falible. Solo como dato: en estas cinco décadas hemos publicado más o menos unos 2.5 millones de noticias.

En lo periodístico seguimos haciendo más de 120 notas diarias para los sinaloenses, de las cuales más del 80 por ciento son locales, de interés público y con ángulo crítico.

A pesar de la presión por los clicks no hemos sucumbido a la irrelevancia y al clickbait, los videos de violencia explícita o las notas sexistas, aunque replicarlas sea lo más sencillo y barato para “jalar audiencia”. Además, hacemos investigación sobre corrupción, narcotráfico, drogas, salud, transparencia, educación, etc. de la mano de medios, periodistas y colectivos de otros estados, nacionales e incluso internacionales. Lo que nos ha valido ser un referente de la región a nivel nacional, premios, prestigio y reconocimiento. Y lo que más cuidamos: credibilidad. Somos un medio “serio” y tomamos eso como un piropo.

En cuanto a nuestra postura frente al poder hemos mantenido nuestro talante crítico más allá de qué partido gobierne o cómo se apelliden los funcionarios: por más de 20 años criticamos al PRI, luego durante más de una década al PAN/PRD y ahora lo hacemos con Morena. Para todos ellos, acaso menos para los priistas, Noroeste los ha “traicionado”, pues les dimos voz como opositores y disidentes, pero ahora en el Gobierno los señalamos y criticamos. No les gusta porque siguen sin entender (o no les conviene) que Noroeste no ha cambiado: fueron ellos quienes llegaron al poder y el poder debe ser transparente y rendir cuentas.

Hace unas semanas, el Presidente López Obrador se refirió a Noroeste como uno de los medios que siempre le “dio espacio” mientras era opositor. No lo hicimos porque fuera él, sino porque la pluralidad es parte de nuestra línea editorial. Concebirnos como contrapeso democrático es uno de nuestros principales roles.

Hemos sido, también, un medio que intenta a diario no solo informar e investigar sino hacerlo a través de un actuar ético-periodístico. Con estándares, principios y límites claros. Por eso fuimos de los primeros medios regionales del País en diseñar e implantar un Código de Ética, un Manual de Estilo y hasta un Defensor de los lectores. Ahora contamos con una columna de transparencia dominical donde informamos a nuestros lectores cómo y por qué tomamos ciertas decisiones editoriales sobre coberturas y publicaciones.

Conscientes y sensibles del entorno, también fuimos el primer medio del País en concebir unos lineamientos específicos y transparentes para la cobertura y el tratamiento de la violencia en nuestras plataformas impresas y digitales. La premisa es simple: nunca callamos ante la violencia pero publicamos sin hacer eco del discurso de los criminales a través del morbo.

Es duro y tiene precio: en el mejor de los casos, sostener esa postura nos ha costado dejar ir un mundo de tráfico y publicidad digital; en el peor, recibir amenazas, sufrir intimidaciones y ser blanco de agresiones a balazos. Sí, queremos crecer en lo digital pero no a costa de nuestra identidad e integridad periodística.

Otro elemento insoslayable es que hacer periodismo en este País es una de las actividades más riesgosas del mundo. México se ha convertido en el país más letal para la prensa a nivel global sin contar con un conflicto armado formal. Y más del 98 por ciento de los asesinatos de periodistas quedan en la impunidad. Aquí, matar periodistas es gratis, y por eso invertimos todo lo que podemos en capacitación y protección para nuestros periodistas y personal. Aunque a muchos se les olvide, Noroeste ha sido escuela de periodismo y sociedad civil en Sinaloa.

Pero, por increíble que suene, sostener un periodismo local, crítico y ético ha sido la “parte fácil” de nuestra existencia; mantener esa dinámica funcionó hasta cierto punto para mantener nuestra independencia, pero ya no es suficiente.

Hasta hace unos 15 años el modelo de negocio de la prensa denominado el “modelo del poder” nos alcanzó para construir una audiencia y una base de anunciantes extraordinaria que hizo de Noroeste uno de los medios más exitosos del País.

Con gran liderazgo y administración, Noroeste llegó a la “guerra contra el narco” en grandes condiciones financieras. Pero a partir de 2008 todo cambió: la epidemia de violencia nacional, la crisis financiera internacional y la llegada de la digitalización a los medios de comunicación lo complicaron todo. Además respondimos pésimo ante esa coyuntura retadora. Yo tuve el buen tino de entrar a Noroeste en enero del 2008 como director de Mazatlán.

Hoy el ecosistema de información es otro: en lugar de llorarle al pasado y sucumbir a la nostalgia de “los buenos tiempos” lo entendemos así y lo asumimos así. El cambio llegó para quedarse.

El periodismo tiene más herramientas que nunca pero la gente lee cada vez menos y cada vez peor, cree que se informa vía redes sociales y confunde contenido con periodismo, parece inverosímil pero su capacidad de atención no supera el minuto de duración. En ese contexto de atomización informativa, los medios nos quedamos sin un modelo de negocio claro. América Latina es, tristemente, una de las regiones más rezagadas del mundo en lectoría y pago por noticias en modelos de suscripciones.

Ante ese escenario lleno de amenazas, la mayor parte de los medios del País han recurrido a dos alternativas: el clickbait digital para alcanzar cuotas relevantes de publicidad programática o depender mayoritariamente de la publicidad oficial. Son pésimas noticias para la construcción democrática como la hemos conocido hasta ahora.

Como no nos gusta ninguno de los dos caminos de la industria, en Noroeste emprendimos una estrategia diferente de mediano y largo plazo: más retadora y difícil pero con el objetivo de no perder nuestra independencia, que es nuestro principio más preciado.

Antes de hablarles de nuestro plan, me permito un paréntesis para brindar mayor contexto. Llegué acá hace más de 15 años y desde que me toca dirigir esta organización lo más difícil ha sido siempre mantener la independencia económica.

Con un modelo de dueñez único a nivel nacional, Noroeste cumple medio siglo sin repartir un solo dividendo y donde ninguno de los socios tenemos mayoría para controlar la organización, ni la línea editorial de manera absoluta.

El periodismo que hacemos es tan bueno o tan malo como la redacción que lo integra y las decisiones se toman ahí dentro, de eso pueden dar testimonio quienes nos conocen o han pasado por acá. Nuestro periodismo es libre y ese es nuestro mayor orgullo a pesar de haber vivido momentos terribles en lo económico y lo laboral.

Sostener la empresa, subsidiada desde su fundación hasta mediados de los 90, es el mayor reto de quienes fungimos de socios y directores.

Por eso, como mencioné antes, hemos emprendido una estrategia con dos pilares: la digitalización para producir, distribuir y monetizar nuestro periodismo vía publicidad y suscripciones digitales; y la diversificación a otros negocios, apalancados en nuestra marca, fortalezas y recursos, con el fin de que sean esas nuevas iniciativas las que financien nuestro periodismo.

El periodismo institucionalizado en un medio tradicional ya no es el negocio que conocimos, obliga construir un nuevo modelo y eso estamos intentando todos los días.

Como director recibí un periódico emproblemado y hoy dirijo un grupo de empresas integrado por un periódico, una imprenta, un portal digital, una casa productora, una inmobiliaria y hasta un modelo de cafeterías que queremos escalar.

No será fácil ni rápido pero poco a poco empezamos a cosechar algunos frutos. Ya no somos “el periódico” que éramos ni lo volveremos a ser nunca más, quien no lo entienda es porque no quiere. Toca ahora ser “otra cosa”.

Medio siglo se dice fácil y rápido pero contiene la historia de tres generaciones de periodistas, colaboradores, administrativos, operativos, directivos y consejeros. Yo solo puedo decir gracias a los que estuvieron y a quienes están ahora.

Pero mayores gracias a nuestros suscriptores y anunciantes, que siguen invirtiendo su dinero para que Noroeste sostenga la convicción de hacer el periodismo que los sinaloenses se merecen y necesitan. Vivimos de ustedes y para ustedes.

Más de una década al frente de un medio como éste me han puesto el cuero más duro, soy menos ingenuo e idealista y más consciente de las virtudes y defectos nuestros y de la comunidad para la que actuamos.

No me tachen de cínico, pero cada vez me convenzo más que estamos bastante solos, lo atestiguamos cada vez que tocamos algún interés o revelamos algún escándalo de corrupción de tal o cual grupo político o empresarial: la lectoría sube pero perdemos dos tres clientes.

Pero el realismo no merma mi convicción sino que la afila. Estoy seguro que, si bien Sinaloa sigue teniendo problemas muy parecidos a los de los 70 cuando Noroeste se fundó: corrupción, narcopolítica, narcotráfico, inseguridad, etc., de no ser por nuestro rol y el de otros medios y sociedad civil, Sinaloa estaría peor en muchos aspectos. Eso es suficiente para que valga la pena.

Compromiso significa, según su etimología latina, cum (juntos) y promissus (promesa), significa pues, “obligados juntos”.

El compromiso de Noroeste ha sido, es y será, con Sinaloa. Ojalá que Sinaloa no nos abandone.

Adrián López Ortiz

Director General de Grupo Editorial Noroeste