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"Rosario Ruiz da un concierto fuera de serie"

"A sus 13 años, el pianista Rosario Ruiz sorprende en el Museo de Arte"

A sus 13 años, el pianista Rosario Ruiz ofreció un concierto que sorprendió al auditorio que asistió al Museo de Arte de Mazatlán, por la complejidad del repertorio que seleccionó para el tercer recital que ofrece en su corta vida; tocó música de salón de principios del Siglo 20, todas las piezas de compositores mexicanos.

Él, desde que era un niño de kínder se sintió atraído por el piano, cuando tuvo acceso a uno y pudo tocar de oído su primera pieza, se sorprendió y se enamoró irremediablemente de la música y de ese instrumento de teclas blancas y negras.

“Mi primer recuerdo de la música es que me hipnotizaba el sonido del piano, la primera canción que me cautivo fue Tus pupilas, de Agustín Lara. Yo voy a ser pianista concertista, estudio muchas horas diario, mi autor favorito de México es Manuel M. Ponce porque sus piezas son muy sentidas”, compartió.

“De los autores europeos disfruto mucho tocar obras de Federico Chopin porque sus composiciones exigen un gran virtuosismo, es melancólico y me gusta mucho ese tipo de emociones, la pieza del que más me gusta es su Polonesa heroica, me encanta estudiar piano y puedo pasar muchas horas aprendiendo y limpiando las obras porque lo disfruto mucho”.

Mencionó que está listo para dar otro concierto.

“Me gustaría tocar en el Teatro Ángela Peralta, tengo listas sonatas de Beethoven, muchas obras de Chopin, con las que ya se podría conformar un programa interesante para el público”.

En la Galería del Museo de Arte se respiró un ambiente de la belle epoque mexicana que se vivió durante el Porfiriato, los sonidos trasladaron al auditorio a ese momento histórico, en el que los compositores creaban, inspirados en las obras de los autores europeos, música apacible para consumo, sobre todo de las clases altas, la suavidad y el romanticismo definen a esas piezas que se matizan con amortiguada pasión.

El pianista, casi niño, mazatleco arrancó el concierto con el Vals capricho, del compositor duranguense Ricardo Castro, siguió con una brevísima y bella obra Souvenir, de Manuel Ponce, para retomar a Ricardo Castro con su conocido Vals bluette.

La sugerente y acelerada Danzas tropicales, de Ernesto Elorduy, puso el toque apasionado de la noche y sedujo con el famoso Intermezzo, de Manuel M. Ponce, terminó la primera parte del concierto con la compleja obra de Luis Jorda, Danzas nocturnas, que dejó impactado al público por la ligereza con que los dedos de Rosario Ruiz se deslizaron por el teclado.

La segunda parte del programa fue igual de cautivador, el Adiós de Carrasco, del culiacanense Alfredo Carrasco, una pieza maravillosa que salió de los salones porfiristas y se hizo popular entre el pueblo, le siguió el Vals poético, de Villanueva, para después irrumpir en la sala con el Preludio para piano, de Mario Ruiz; la Mazurca de Manuel M. Ponce; Estrellita y la compleja, técnicamente hablando, Balada mexicana.

El adolescente Rosario Ruiz Huerta es alumno del maestro Eduardo Pérez Franco.

“Tiene un talento extraordinario, un oído muy sensible, que reconoce las notas perfectamente al escucharlas, mucha sensibilidad e inteligencia musical, es muy disciplinado, le dedica ocho horas diarias al estudio del piano, tiene todas las cualidades para ser un gran músico”, señaló el maestro Pérez Franco.

“Afortunadamente tiene unos padres que lo apoyan al 100 por ciento, él tiene claro que va a dedicar su vida a la música. Creo que es el único niño de su edad que está abordando el repertorio que tocó hoy porque es muy complejo y pocos son los que dedican tanto tiempo a compositores mexicanos.

Su nivel es de un pianista profesional porque está participando en concursos nacionales e internacionales de piano, estuvo en el Cedros de la Universidad Panamericana en la Ciudad de México y participó en el Concurso Internacional de Piano de Durango, en los dos quedó entre los finalistas, realmente Rosario tiene un talento muy especial”.

El maestro de piano mencionó que en este concierto Rosario Ruiz abordó obras de gran formato, que es un enorme reto para alguien de su edad.

“Todo lo está tocando de memoria. La Balada mexicana dura alrededor de 10 minutos, se dice fácil, pero tener de memoria esa obra, es un reto, sobre todo para alguien de su edad, no se conformó con seleccionar obras de autores mexicanos, pudo haber escogido algunas no tan complejas, pero quiso interpretar las más difíciles como el Vals Capricho, de Ricardo Castro; Las Danzas nocturnas, de Luis Jordá; el Preludio para piano, de Mario Ruiz, y la Balada mexicana, de Manuel M. Ponce, esas cuatro obras solo las tocan pianistas verdaderamente experimentados”.