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"Día del Abuelo"

"Laura Medina hace de su nieto de un año, un lector"

"La promotora literaria inculca el hábito de los libros en el más pequeño de su familia"

MAZATLÁN._ La entrada a La Casa del Caracol, librería que Laura Medina abrió hace ya casi 14 años, en lugar de exponer los best sellers de inmediato, son ejemplares de literatura infantil los que dan la bienvenida a sus visitantes.

Laura está certificada como Promotora Nacional de Lectura y, como tal, ha realizado actividades para difundir e inculcar ese buen hábito entre los mazatlecos, incluyendo niños, por lo que obviamente su nieto, Santiago Cerna Armas, de solo un año, no se le podía “escapar”.

“Cuando supe que iba a ser abuela, pues obviamente me dio muchísimo gusto y lo primero que le dije a mi hija fue, ‘vamos a hacer un niño lector y vamos a comenzar desde la pancita’”, recuerda Laura con una sonrisa.

Continúa que en las décadas de 1960 y 1970 se decía que era recomendable poner música a los niños desde que estaban en el vientre para una motivación o sensibilización, pero agrega que además de música, puede ser plática.

“A la pancita no llegan las letras, llega el tono de tu voz, la melodía que tú usas. No es lo mismo contar un cuento para bebés que contar cualquier otra cosa”, aclara.

“Por ejemplo, puedes estar leyendo el periódico de una forma pausada, dulce, y el niño está oyendo tu voz; no te entiende. Incluso, cuando el niño nace, le sigues contando el cuento y él, muy chiquitito, de dias, va siguiendo la voz de la mamá”.

Lector de un año de edad

Con esta premisa, la hija de Laura, Adriana Armas Medina, comenzó a leer a su primogénito, Santiago, desde que estaba embarazada de él y la abuela considera que puede decir que su nieto ya es un niño lector.

“Lo que nosotros hicimos ha funcionado muy bien; tiene un año y yo ya puedo decir que es un niño lector porque la lectura tiene muchas connotaciones, muchos significados, pero en este caso, el niño ya lee libros”, aborda Laura.

“Cuando digo lee es porque sabe darle vuelta a las hojas, ve y reconoce figuras, reconoce colores. Todavía no habla, pero nosotros estamos indicándole el rojo, el amarillo, el uno; sigue con el dedito y va siguiendo instrucciones”.

Agrega que es interesante la participación de varias personas, pues en el caso de su nieto, a quien llega de visita, se le pide que le lea y a veces eso causa extrañeza.

“Si se extrañan, pero son cosas así como ‘el oso está triste’ y en la otra página dice, ‘el oso tiene hambre’. Estamos haciendo como un experimento para que el niño siempre esté alrededor de libros”, explica.

“Esto no quiere decir que vamos a formar un niño ‘nerd’, al contrario, vamos a formar un niño muy abierto. Es un niño muy alegre y que va a hablar muy rápido. A un niño que le hablas y lees mucho, su léxico es mucho más amplio, obviamente”.

Su ‘método’ de enseñanza

Como su nieto vive fuera de Mazatlán, aunque ella lo visita y lo ha llevado a museos en donde radica, pero también, gracias a la tecnología, Laura le narra historias breves desde Mazatlán.

“Yo le mando whatsapps. Le cuento un cuento chiquitito y recibe un ‘feedback’ de la abuela desde la distancia, pero mi hija le cuenta cuentos todo el día”, amplía.

También, los papás de Santiago, Adriana Armas Medina y José Ramón Cerna, son lectores de libros infantiles, le leen varias veces al día y Laura asegura que eso es muy importante.

Libros y juguetes

Cuenta que cuando visita a su hija y nieto, cuando a él le dice, “vamos a jugar”, utilizan, naturalmente, juguetes, a menos que sea un libro que sí es para jugar, ya sea de rompecabezas o foamy, llamados libros objeto.

“No le voy a dar la Caperucita roja, delgadita porque la va a romper, el niño es tosco, entonces, cuando le da la vuelta a la página, apenas con un libro de foamy o de cartoné, que es pasta gruesa”, sugiere.

“Hay cosas muy importantes que yo fui aprendiendo, por ejemplo, mi hija me dice, ‘el niño rompió el libro’, y le dije, ‘el niño no tiene la culpa’. Ya que me enseña la foto, me di cuenta que el niño tenía revueltos los juguetes con el libro”.

Por eso, ella recomienda no mezclar juguetes con libros porque el niño no sabe diferenciarlos, cosa que Santiago ya sí porque tiene un pequeño librero para sus textos, mientras los juguetes los guarda en otra parte.

Abuelos cómplices

En su experiencia, comenta que los niños más grandes, que cursan primaria o secundaria, los abuelos, que ya tienen más tiempo para convivir con sus nietos, les pueden recomendar autores que les puedan interesar.

“El abuelo se convierte en un cómplice del niño y le dice, ‘te voy a sugerir el libro de Julio Verne’, por ejemplo. El niño no lo va a escoger nunca, se lo vas a dar tú, pero le platicas de qué trata el libro para interesarlo”, señala.

“Después de que lo lee o lo pueden leer juntos, ¿qué va a hacer el abuelo o la abuela? Platicar sobre el libro como para cerrar la comprensión que el niño pudo haber tenido, ya tenga 10 u 11 años”.

Otra experiencia fue en una escuela, cuando un abuelo le dijo que él no contaría cuentos porque no le gustaba, pero podía ir al salón, hacer una reseña del cuento y una dinámica con los alumnos.

“Eso es lo que también se necesita. Todos podemos ser abuelos lectores si nos convertimos también, a lo mejor de literatura infantil al principio, que es muy bonita. Yo puedo comenzar por ahí si quiero tener un nieto lector”, plantea.

Si alguien ya lee y gusta hacerlo para los demás, Laura conside que asistir a un taller es algo que le ayuda a que lea todavía mejor para que la comprensión sea más amplia.

Como el buen juez

Laura hizo su tésis sobre lectura, tiene una maestria en Lingüística, sus estudios y trabajo siempre han estado relacionado con libros, pero reconoce que no hay uno que enseñe a formar lectores, por lo que ella se basa en sus vivencias como promotora.

“Yo estoy aplicando mis años de experiencia con otros niños en mi nieto. Eso es lo que a mí me gusta mucho porque yo cuento cuentos todos los sábados y veo cómo reacciona un niño ante uno”, analiza.

“Qué le gusta más, cómo puedo atraer más su atención y lo que estoy haciendo es aplicarlo, ahora sí, a mi familia, que me encanta porque está funcionando y digo, ‘¡qué maravilla! De verdad estamos haciendo un niño lector”.

PARA PEQUEÑOS

Los libros de foamy, cartoné, que es una material grueso; tela y plástico son ideales para niños menores de 4 años.

LIBRO ÁLBUM

Da prioridad a la imagen por encima del texto y es visualmente muy atractivo para los niños.

SENSORIALES

Hay libros con sonidos, así como también para tocar y sentir texturas.

PARA FORMAR LECTORES

Si alguien desea ser papá o abuelo lector, puede llamar al 669 994 9546.

 

“Es una unión. Esto es muy filial, la lectura, que nos junta mucho. Si no tenemos hijos lectores, tenemos la oportunidad de hacer nietos lectores”.

Laura Medina

Promotora de lectura y literaria

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