"Daniel Madariaga Barrilado alerta sobre posibles futuras pandemias relacionadas con el cambio climático"

"Entérate de cómo el proceso de cambio climático puede representar grandes amenazas para la salud humana."

La COVID-19 no es una pandemia relacionada con el cambio climático por las acciones provocadas por el ser humano sobre el planeta. Hasta donde sabemos, nada sobre la aparición o propagación del coronavirus tiene la impronta reconocible del calentamiento global.

Hasta ahora, la mejor solución para combatir la pandemia ha sido la cuarentena y el aislamiento social, es decir los mismos métodos que se aplicaban en el siglo XIV para luchar contra la Peste Negra, mecanismo que fue implementado en la colonia veneciana de Ragusa, donde hoy se encuentra Dubrovnik, en Croacia.

Si esta enfermedad y la incapacidad de la civilización para responder en forma integrada y resolutiva te aterroriza acerca de nuestro futuro, la situación lamentablemente podría ser aún peor.

El empresario especialista en cambio climático y sustentabilidad, Daniel Madariaga Barrilado, advierte aquí sobre otras posibles enfermedades o desastres que se podrían desatar en el futuro, esta vez sí relacionados con el cambio climático.

Es decir, el coronavirus podría ser un presagio aterrador de futuras pandemias que se producirán si el calentamiento global continúa desestabilizando profundamente el mundo natural: agitando los ecosistemas y colapsando los hábitats naturales.

1) Las langostas de África Oriental

La primera situación que nos trae Daniel Madariaga Barrilado es una noticia reciente, acerca de una plaga de langostas que está arrasando cultivos en África Oriental, que han difundido CNN y otros medios a partir de un informe de las Naciones Unidas, y está afectando gravemente a regiones de Etiopía, Kenya y Somalia entre otros países.

El avance de las 192 mil millones de langostas - 8000 veces más que lo habitual - está exacerbado por el cambio climático, y además influenciado por el coronavirus, dado que por por la pandemia es más complejo el cruce de fronteras, y la llegada de pesticidas se ha demorado, en un fiel ejemplo - explica Madariaga - acerca de cómo una calamidad potencia a otra.

La causa del peligro es que un enjambre de un kilómetro cuadrado de estos insectos pueden comer en un solo día la misma cantidad de alimento que 35.000 personas, y la ONU ha declarado que la situación es “sumamente alarmante”

2) Reaparición de virus o bacterias atrapados

Otro peligro futuro, - continúa Daniel Madariaga Barrilado, - es que posible que tengamos que contar también con enfermedades que creíamos haber vencido, ya que además de provocar pandemias del futuro, el calentamiento global podría revivir las plagas del pasado que se encuentran hoy congeladas.

Tal cual el especialista explicó en el periódico Hora Sur de España, atrapadas en el hielo del Ártico, hay enfermedades que no han circulado en el aire durante millones de años, en algunos casos, desde antes de que los humanos estuvieran cerca para encontrarlas.

Lo que significa que nuestro sistema inmunológico no tendría idea de cómo defenderse cuando esas plagas prehistóricas emerjan del hielo.

Ya en los laboratorios, se han reanimado varios microbios: una bacteria "extrema" de 32,000 años de antigüedad revivió en 2005. El Ártico también almacena enfermedades aterradoras de tiempos más recientes. En Alaska, los investigadores descubrieron remanentes de la gripe de 1918 que infectaron hasta 500 millones y mataron hasta 50 millones, aproximadamente el 3 por ciento de la población mundial.

Cabe destacar que muchos de estos organismos congelados no sobrevivirán realmente al deshielo; los que han vuelto a la vida han sido reanimados típicamente en condiciones de laboratorio exigentes.

Pero una terrible excepción ya sucedió en el año 2016, un niño falleció y otros 20 infectados por el ántrax fueron liberados cuando el permafrost en retirada - una capa de suelo congelado, que no se encuentra cubierta permanentemente por hielo o nieve - expuso a un reno asesinado por la bacteria al menos 75 años antes. Conclusión, murieron más de 2.000 renos actuales y afectaron a los humanos que interactuaron con ellos.

3) ¿Continuará la expansión del zika y de la fiebre amarilla?

Madariaga acerca una tercera situación que podría ser aterradora.

En la actualidad sabemos donde suelen reproducirse ciertos insectos, y en qué entornos no pueden efectuarlo, dado que no están las condiciones climáticas para ellos.

Pero el calentamiento global está trastocando esta situación, y cualquiera que haya estudiado algo de historia sabrá el impacto que tiene llevar un virus o plaga hacia otra región, donde no se está preparado para él mismo. El arma más poderosa que los conquistadores españoles llevaron a América - aún sin saberlo - fue el virus de la viruela negra, con lo que diezmaron a las poblaciones locales que no tenían anticuerpos contra ella.

En Brasil, durante generaciones, la fiebre amarilla se sentó en la cuenca del Amazonas, donde prosperaron los mosquitos Haemagogus y Sabethes, lo que convirtió la enfermedad en una preocupación para quienes vivieron, trabajaron o viajaron profundamente en la selva, pero solo para ellos; En 2016, abandonó el Amazonas a medida que más y más mosquitos se desplegaban de la selva tropical, y para 2017, había llegado a áreas alrededor de las megalópolis del país, São Paulo y Río de Janeiro, más de 30 millones de personas, temerosas frente a la llegada de una enfermedad que mata entre el 3 y el 8 por ciento de los infectados.

A medida que los trópicos se arrastran hacia el norte y los mosquitos migran con ellos, más y más de la población mundial vivirá bajo la sombra de enfermedades como estas.

Otro ejemplo es el Zika, famoso durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016.

Una razón por la que no había escuchado sobre el Zika hasta hace poco es que había quedado atrapado en Uganda y el sudeste asiático; otra es que, hasta hace poco, no parecía causar defectos de nacimiento.

Los científicos aún no entienden completamente lo que sucedió al descubrir los casos de microcefalia en embarazadas contagiadas. Podría ser que la enfermedad cambió a medida que llegó a América, como resultado de una mutación genética o en respuesta adaptativa a un nuevo entorno, o que el Zika produce esos devastadores efectos prenatales solo cuando hay otra enfermedad, posiblemente una menos común en África , o que algo sobre el medio ambiente o la historia inmunológica en Uganda protege a las madres y a sus hijos no nacidos allí.

Estos solo 3 posibles ejemplos, concluye Daniel Madariaga, lo que obligará a la humanidad a aprender rápidamente las lecciones que nos está dejando el coronavirus, para estar más preparados por los nuevos desafíos que vendrán.

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