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"En el Día de la Candelaria"

"Cautivan el paladar tamales de camarón"

"Elabora doña Teresa de Jesús Rojas los tradicionales tamales de camarón barbón y picadillo de camarón en Escuinapa que son llevados a diversas partes del país"

ESCUINAPA._ El sabor no se iguala, pero doña Teresa de Jesús Rojas Fausto intenta todos los días preservar la herencia que le dejó doña Leandra Navarro, con los tradicionales tamales de camarón barbón y picadillo.

“Yo aprendí a hacer los tamales con doña Leandra, con ella viví muy joven, ella le hacía hasta a los presidentes de la República, tenía unas manos divinas para cocinar, no igualo el sabor pero ella me enseñó”, explica doña Tere.

La bisabuela de sus hijos fue de las primeras en iniciar la tradición en el municipio, hacía envíos a la Ciudad de México y a diversas partes del país, su sabor era ya una referencia en la tradición de los tamales barbones o de picadillo de camarón, indica.

Por azahares del destino, ella se fue a vivir a Tijuana y lo que la mantuvo durante 20 años fueron los tamales barbones de camarón, allá los hacía para los escuinapenses, para los sinaloenses que viven en esa ciudad.

“De eso me mantuvo 20 años, haciendo tamales para los sinaloenses, para los escuinapenses que vivían allá, empecé con pocos, después me fueron buscando, llegaba a hacer de mil a mil 500 tamales, solo barbones y de picadillo que son los tradicionales”, señala.

Doña Tere hace ocho años que regresó a vivir al municipio y empezó a trabajar los tamales, prepara a detalle todo, lo más solicitado son los de camarón y picadillo, algunos se les llama especiales.

Estos llevan picadillo y camarón pelón entero dentro también, es lo que el cliente pida, indica.

Todos los días hace tamales, entre 100 y 180, de pollo, puerco y los ya tradicionales, todo el año tiene esta delicia escuinapense, pues los tres refrigeradores están saturados de tamales, para cuando la gente pida.

“Así como ve que hay muchos tamales en los refrigeradores, no queda uno solo, todos se venden gracias a Dios”, expresa.

Aunque parece una actividad laboriosa, no la considera así, aunque hacer tamales implica tener masa especial, sazonar camarón, pollo o puerco, buscar que el picadillo tenga buen sabor y remojar las hojas de maíz para que no se quiebren al manipularse, para ella no es una labor cansada.

Después de hechos los tamales son metidos en ollas grandes, en hornillas hechas a pocos metros del piso, pues así podrá estar moviéndolos para ir verificando la consistencia y el buen cocimiento de la masa, después los saca de la olla y los coloca a enfriar sobre una repisa ubicada para ello.

“Me canso más cuando no hago tamales, yo creo que ya me acostumbré a este trabajo, me gusta hacerlo”, dice.

Sus tamales van a la frontera y a diversas partes del país, esa ha sido su mejor publicidad, que la gente los pruebe para que regrese a seguir siendo su cliente, manifestó, el sabor es parte de la herencia de doña Leandra, a quien se lo agradece.

 

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