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"El Octavo Día"

"Volver a la primaria"

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EL OCTAVO DÍA

    Con sus defectos tecnológicos, esta época tiene grandes ventajas educativas. Para empezar, nada como tener libros de texto o referencias actualizadas y alternas.
    Yo crecí con material bastante extemporáneo. Mi libro de sexto año de 1981 afirmaba que Vietnam aún eran dos países, cuando en realidad desde 1976 ya era uno solo por el épico triunfo del Vietcong.
    Igual lo dejaron así por no darle puntos al comunismo, el villano internacional del momento.
    Hubiera sido interesante de niño saber que los humildes vietnamitas habían vencido al invencible y poderoso ejército gringo y, que ese punto en el mapa lucía como Saigón, en realidad ya era la triunfal Ciudad Ho Chi Minh.
    La selección de mi libro de música venía muy arcaica y fallida. ¿No les tocó a ustedes el libro Alegre juventud? Yo los llevé en la secundaria de los 80 y estaban muy desfasados, con música de los 60, con la que no conectábamos.
    Muy elemental. Ibas nota por nota con una melodía a la vez. Para aprender el Fa sostenido venían Extraños en la noche, A mi manera y una bien cursi de Mary Hopkin: Esos fueron los días.
    La escala completa se aprendía con La novicia rebelde. Lo más “pesado” y juvenil ahí era El submarino amarillo.
    El libro me caía gordo porque el autor, David D’ León, ponía una dedicatoria muy pomposa a sus hijos “que eran su mundo y su todo”. Más adelante te dabas cuenta que varias canciones insulsas que usaba para los ejercicios se llamaban como cada una de sus hijas.
    Los que nos educamos en un país lleno de nepotismo nos chocaba ver ese favoritismo afectivo desde el poder hasta en los libros de texto. (Veíamos las noticias, de lunes a viernes con Jacobo Zabludowsky y los sábados o en ausencias, a su hijo, Abraham Zabludovsky)
    Sigo con mis 80 que parecían 60. Recuerdo que el teacher Marcelino López Soto nos enseñaba en la secundaria la canción de Doris Day de ¿Que serrraaá, serraaaá / whathever will be, will be? Debo consignar que su método personal era muy bueno.
    Hace poco con mi hijo reaprendí la diferencia entre fronteras naturales y fronteras artificiales. Y aunque sabía que las fronteras naturales de México son el Río Bravo, el Río Colorado y Suchiate, hoy aprendí que también está el Río Hondo... y eso que fui hasta Belice a comprar casimir inglés, porque estaba muy caro el de Chetumal. Y a subir todo a classroom.
    Pero nada como YouTube o el Discovery Chanel. Hace poco nos dormimos como a las 12 de la noche viendo un reportaje sobre los ladrones de tumbas en Egipto.
    Resulta que muchos de ellos no eran vulgares delincuentes, sino los funcionarios del tesoro que en alguna época del mismo Egipto antiguo saqueaban tumbas para capitalizar una nación en constantes crisis por sequías y hambrunas.
    Hasta entraron las cámaras a la casa de uno de ellos que vivió hace 2 mil años y dejó un graffiti en la entrada. El hallazgo más reciente fue una vasija con un corazón momificado, el mismo que colocaba el Dios Anubis en una balanza y que no debía ser más pesado que la verdad, pero tampoco más ligero.
    Tuve que explicarle a mi hijo que las momias sí existen, no son parte de la mitología como el kraken y los hobbits y que son un proceso religioso para evitar la descomposición de los cuerpos y ganar el más allá.
    También aproveché la rifa del avión para volverle a explicar a Ian la descomposición de cantidades que vimos en clase: los niños gritones decían las décimas de millar o centésimas de millón de una forma que me recordó la clase de las 8 de la mañana.
    Los padres nos estamos descontruyendo con estas clases en línea.