La vida transcurre en el presente, pero muchas personas viven más en función del pasado o del futuro. Quienes se refugian en el pasado recrean un cómodo tiempo idílico; otros, en cambio, buscan huir de recuerdos penosos y fatigosos que no les permiten disfrutar el hoy.
Quienes se mueven más en la prospección e hilvanan proyectos corren el riesgo de obsesionarse con las realizaciones que están por venir. Otros, por el contrario, temen que su futuro colapse y se paralizan ante el incierto y caótico porvenir.
No estamos afirmando que sea malo aprovechar las experiencias del pasado para iluminar el presente, como tampoco señalamos que sea negativo tratar de construir el porvenir a partir del presente. Sólo recalcamos que lo importante es vivir el ahora, sin asilarnos en el pasado o fugarnos al futuro.
Por ejemplo, ante la amenaza de la propagación del coronavirus se puede privilegiar la experiencia del temor y de alarma, más que la alerta y prevención.
El sentimiento que nace del temor, subrayó Eckhart Tolle, proviene del miedo del ego a la muerte: “El miedo parece tener muchas causas: miedo a la pérdida, miedo al fracaso, miedo a que nos hieran, y así sucesivamente; pero, en definitiva, todos los miedos pueden resumirse en el miedo del ego a la muerte, a la aniquilación. Para el ego, la muerte siempre está a la vuelta de la esquina”.
De igual forma, recomendó no sobrevalorar el futuro: “Cuando te bañas, piensas en el desayuno. Cuando desayunas, piensas en el trabajo. En el trabajo, piensas en la salida. Saliendo, piensas en llegar a casa. Estando en casa, piensas en el día de mañana. Hoy no has estado en el presente. Hoy no has vivido el “ahora”. Te estás perdiendo la vida misma”.
¿Vivo el presente?
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf