Roberto Blancarte
El inicio de una nueva década, con el gobierno de la autollamada 4T, me hizo recordar la parábola de Jesús de Nazaret en el Evangelio según San Lucas (5,33-39) sobre el vino nuevo y los odres viejos. El contexto es el siguiente: Alguien cuestionó a Jesús porque sus discípulos, en un banquete, no dejaban de comer y beber [a propósito de la austeridad evangélica], mientras que los fariseos rezaban y ayunaban mucho. Entonces Jesús les contestó: “¿Acaso podéis hacer que ayunen los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Ya llegará el momento en que se lleven al novio; cuando llegue ese día, ayunarán”. Y luego agregó: “Nadie corta un trozo de un vestido nuevo para arreglar un vestido viejo. De hacerlo así, echará a perder el vestido nuevo; además el trozo nuevo no quedará bien en el vestido viejo. Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos [el odre es un recipiente hecho de cuero de cabra], porque el vino nuevo hace que los odres revienten, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos. Y nadie que beba vino añejo querrá después beber el nuevo, porque dirá que el añejo es mejor”.
Lo primero que hay que decir es que Jesús sabía mucho de odres y de vino, al grado de que su primer milagro fue convertir el agua en un vino buenísimo. Luego, es evidente que le gustaba usar parábolas para evadir preguntas incómodas. Pero también que las usaba para explicar de manera sencilla a la gente un pensamiento más profundo; en este caso el lugar de lo nuevo y lo viejo. Todo lo cual me lleva a la 4T y su idea del cambio. ¿Pretende realmente cambiar con vino nuevo los odres viejos? ¿Cuál es entonces ese vino nuevo? ¿Y en verdad los odres viejos ya no sirven o es simplemente que no hay que ponerle cosas que no le van? Porque mucho de la 4T parece más bien vino viejo (Bartlett, Napoleón Gómez Urrutia y muchos expriistas), queriendo remendar odres viejos (CFE, Pemex y otras instituciones del nacionalismo revolucionario), aunque empujados por otros (vino no tan nuevo) para ver si rompen los viejos odres y hacen unos nuevos, aunque estos no sirvan mucho porque lo único que lograrán es reventar los viejos odres y el vino nuevo en estos viejos odres nada más se echa a perder. Y cuidado, porque Jesús no dijo que había que eliminar los viejos odres; nada más dijo que el vino nuevo debe ir en odres nuevos y el vino viejo, para que no se eche a perder, debe mantenerse en los odres viejos. Pero además tendríamos que detenernos un poco más en la última frase de Jesús en la parábola: no hay que mezclar a la hora de tomar y nunca el nuevo después del viejo, porque dirán que el añejo es mejor.
Claro, la 4T es mucho más que una parábola de Jesús, aunque el Presidente insista en remedarlo. Pero el tema de la necesidad de mantener las instituciones democráticas y de no pervertirlas, o de querer cambiarlas echándolas a perder, o de mantener viejos elementos pretendiendo renovarlas, está allí. Termina siendo lo mismo; vino viejo en odres nuevos o vino nuevo en odres viejos. El punto es que la gente quiso cambiar de odres, pero el vino nuevo los revienta.
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