Editorial
Es triste, o por lo menos penoso, ver a un Rector de una universidad solicitando apoyo académico para sacar adelante los enormes gastos que implica una casa de estudios, mucho más si esta es la principal universidad del estado.
La película no es privativa de Sinaloa, las universidades sin dinero se cuentan por puños en México, es la “nueva normalidad” en la educación superior.
El principal reto de las universidades ya no reside en cuestiones políticas, estudiantiles o de calidad, el problema es que la supervivencia misma de las instituciones comienzan a tambalearse por sus problemas económicos.
La famosa autonomía universitaria ahora se ha convertido en un arma de doble filo, las universidades siguen siendo islas de poder donde nadie las molesta, pero el problema es que están solas a la hora de que necesitan que alguien las rescate.
Durante décadas, los gobiernos se han quejado de que las universidades se han convertido en barriles sin fondo, donde los recursos desaparecen en un agujero de opacidad y donde nadie rinde cuentas.
Las universidades contestaban con presión estudiantil, con el grito de “autonomía” a muerte, con amenazas de desestabilización y golpeteo.
Sin embargo, la realidad es otra, ahora el tema económico de las universidades ya no es privativo de ellas, el País entero comienza a temblar cuando se habla de recursos.
Por lo pronto, el Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Juan Eulogio Guerra Liera toca la puerta del Congreso para intentar explicar a fondo las necesidades de la Casa Rosalina.
Da pena ver a los catedráticos hablando de dinero y necesidades, cuando deberían estar ocupados en mejorar la educación de sus estudiantes.
No sería bueno, de una vez por todas, ¿que las universidades se encarguen de temas educativos y el Gobierno federal de los asuntos de dinero?
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