Editorial
El mundo, y México, libran en estos momentos una de las batallas más importantes para resguardar la salud de la gente: la del Covid-19. Y esta batalla ha obligado a todos los países en el mundo a replantear sus actividades.
La industria en muchos sectores ha parado, el comercio se ha limitado, la vida social está frenada y la educación ha tenido que encontrar nuevas formas de continuar, pese a la orden del confinamiento social.
Sin duda, este último es uno de los principales retos que autoridades y sociedad enfrentan para sacar adelante los programas académicos desde nuevos métodos que antes no se habían aplicado: la de la enseñanza-aprendizaje a distancia en México.
Las universidades, públicas y privadas, comenzaron a implementar este método en cuanto se ordenó a todos en el País a mantener una sana distancia y a quedarse en casa: clases en línea, trabajos interactivos y tareas se reprodujeron a través de internet.
Pero ha sido apenas a partir de esta semana que el sistema de educación básica de México y Sinaloa ha entrado en la dinámica de la enseñanza a distancia, con un crisol de condiciones que obliga a adecuar los medios en cada plantel.
Algunos tienen la posibilidad de contar con internet y los alumnos pueden recibir clases en tiempo real. Otros, apenas cuentan con teléfonos celulares y a través de WhatsApp reciben instrucciones de las lecciones que habrán de repasarse. Y otros, que no tienen ni un servicio ni otro, deben recibir de manera directa las tareas a realizar.
¿Qué resultado se tendrá de todo esto? Primero que nada, el reto en México es afrontar la pandemia del Covid-19 con el objetivo de que se produzcan el menor número de decesos posible. Pero también, que en medio de esta crisis, la educación en México esté garantizada.
El aprendizaje recibido a distancia tal vez no será el mismo que se recibe en las aulas, pero al menos, con la participación de maestros, estudiantes y padres de familia, podrán contribuir a que el ciclo escolar de no se pierda y sumar, además, una nueva forma de enseñanza. Una nueva lección.