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"OPINIÓN"

"Un pulso debilitado"

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    amparocasar@gmail.com


    En estos tiempos de muchos populismos de izquierda y de derecha que se combinan con una emergencia sanitaria y económica de proporciones globales solemos dejar de lado las consecuencias políticas del momento y las venideras.

    Vidal Romero y Pablo Parás acaban de hacer público el informe Cultura Política de la Democracia en México y en las Américas. Tomándole el Pulso a la Democracia. Una guía imprescindible que explora las tendencias democráticas y el sentir de los ciudadanos.

    Para México, el pulso es preocupante: su ritmo disminuye.

    El estudio está basado en el Barómetro de las Américas, un ejercicio que no es un mero divertimento intelectual ni producto de la ciencia neoliberal. Su objetivo es alertar a los encargados de formular políticas públicas sobre los desafíos clave y proporcionar información sobre los valores y las experiencias democráticas. Permite, también, identificar retrocesos democráticos y resaltar las mejoras en las normas y actitudes entre finales de 2018 e inicios de 2019. Las mejoras son pocas.

    En la anterior edición (2016-2017) ya se registraba una disminución en el apoyo a la democracia. El panorama ahora es peor. El problema mayor no es sólo la baja satisfacción pública con el funcionamiento de la democracia sino que el apoyo a lo que llaman los golpes de Estado ejecutivos, es decir, que el Ejecutivo anule o desconozca al Congreso (supongo que de jure o de facto), ha aumentado.

    Si bien la mayoría de los mexicanos apoyan a la democracia desde los inicios de la medición en 2004, la proporción ha observado un descenso de 70 por ciento a 63 por ciento en 2019. El valor más bajo se obtuvo en 2016 con tan sólo 49.3 por ciento de apoyo, seguido por una recuperación en 2019 producto seguramente de la esperanza generada por un nuevo gobierno. Habrá que esperar a la siguiente encuesta para juzgar el apoyo a la democracia en el contexto del gobierno de López Obrador.

    Pero el bajo apoyo a la democracia o la insatisfacción con la misma no parecen ser lo más importante. Como mencionan los autores, las preocupaciones por la democracia en la región giran en torno a otras formas de retrocesos democráticos: los poderes excesivos de quienes lideran el poder, el socavamiento del Estado de derecho, la corrupción y la violencia. Todas estas reflejadas en manifestaciones de “tendencias autoritarias y populistas”.

    Quiero resaltar los tres hallazgos que me parecen los más relevantes para nuestro País.

    La tolerancia a los golpes militares. En México, 44 por ciento de los ciudadanos apoyaría un golpe militar en caso de extrema delincuencia y 42.5 por ciento lo haría en situación de altos niveles de corrupción. En ambos casos nuestro país ocupa un deshonroso quinto lugar de los 18 países de la muestra.

    La tolerancia a los golpes del Ejecutivo. Este porcentaje es mucho menor que el del apoyo a los golpes militares pero preocupa que vaya en ascenso. Ante la pregunta de ¿cree usted que cuando el país enfrenta momentos muy difíciles, se justifica que el Presidente del país cierre el Congreso y gobierne sin Congreso?, el 28 por ciento de los mexicanos contestó que sí se justificaría. El nuestro es el segundo país -sólo Perú le gana- que mayor tolerancia muestra hacia este tipo de acción. La primera vez que se midió en México (2010) sólo el 17 por ciento contestó que bajo condiciones difíciles se toleraría un golpe del Ejecutivo. Un aumento de 11 por ciento.

    Finalmente está el hallazgo de la “presentación del deterioro de la economía, como defecto del regímen democrático”. Como bien señalan los autores, “esto es preocupante especialmente en el contexto de un nuevo gobierno que no ha dudado en intentar influir en el trabajo y composición de las instituciones autónomas en México”.

    Desgraciadamente, cada uno de estos elementos pueden crear las condiciones propicias para que prosperen las alternativas autoritarias.

    Hace unos días, Lorenzo Córdova subrayó que la democracia se sobrepondrá a la realidad de la pandemia, pero también que ha habido quien ha querido aprovechar la situación de emergencia e inseguridad sanitaria como una manera para robustecer y fortalecer el ejercicio del poder de manera incontrolada. Ojalá que la primera declaración sea la verdadera y la segunda sólo una figuración.