"Tribulaciones de un municipio"
La noticia de que el Municipio de Navolato debe 150 millones de pesos a diferentes instituciones como el IMSS, CFE, Conagua y el Infonavit puso en la mesa una realidad que afecta a la mayoría de los municipios de México, lastrados por una estructura financiera municipal, a todas luces, inoperante.
La historia de cómo se fue endeudando Navolato, administración tras administración, es una copia fiel de lo que ha pasado en todo México, con algunas honrosas excepciones.
Con la intención de entender lo que está pasando en los municipios nos dimos a la tarea de tratar de entender el proceso que sucedió en Navolato, un endeudamiento sostenido que ha terminado por orillar a las autoridades navolatenses a solicitar ayuda financiera a la federación.
La fórmula mágica
En la década de los 2000 apareció en Navolato un despacho de asesoría fiscal ofreciendo una “fórmula mágica” para que el municipio redujera sus obligaciones fiscales con las diversas instituciones de previsión social.
La mentada “fórmula mágica” no era otra cosa que utilizar todos los vericuetos de las leyes hacendarias mexicanas para pagar menos, como el clásico método de registrar sueldos base menores y pagar a los funcionarios el resto de su salario en una partida con otro nombre.
Para Navolato, y el resto de los municipios de México que se enrolaron con estas empresas, no había mucho de donde escoger, con cargas financieras altísimas se aventaron para tratar de conseguir algo de oxígeno.
Los despachos cumplieron su trabajo defendiendo al municipio cuando Hacienda y el resto de las instituciones de previsión social reaccionaron en contra del Ayuntamiento.
Los pleitos judiciales llegaron hasta la Suprema Corte de Justicia, en algunos casos, casi siempre dándole la razón a los ayuntamientos, debido a que sus alegatos eran bien defendidos por los despachos.
Pero resulta que a pesar de que ganaban en la corte, las dependencias federales nunca borraron esos adeudos y hoy alcanzan cifras astronómicas.
La trampa
Pasaron los años y los ayuntamientos como Navolato siguieron utilizando las “fórmulas mágicas” de los despachos, y mientras ahorraban continuaban endeudándose.
Algunas administraciones, como la de Miguel Calderón, en Navolato, se dieron cuenta en el problema que estaban metidos e intentaron pagar los adeudos, pero las sentencias de la Suprema Corte se los impedían, ya que en el papel habían ganado los juicios.
Así que después de dos décadas de endeudamiento, algunos todavía con más, los ayuntamientos como Navolato se encuentran metidos en una trampa, donde no pueden pagar lo pasado y las instituciones federales se niegan a dejar de reclamar esos adeudos.
Usted se preguntará ¿entonces cómo le hacen para seguir operando?
Resulta que cada administración que llega a gobernar a Navolato se sienta con las dependencias al iniciar su administración, firman un convenio y así consiguen sacar adelante la chamba, pero las deudas continúan creciendo.
¿Y por qué son pobres?
Generalmente esta pregunta la contestamos con una respuesta facilona: por la corrupción, pero en realidad hay muchas cosas atrás de la pobreza de los municipios.
La respuesta está en que los municipios están gobernados por políticos y la única forma de acceder a la silla municipal es haciendo política, lo que en México se traduce dándole a la gente lo que pide.
Hace mucho que los políticos mexicanos entendieron que pueden hacer lo que quieran, siempre y cuando no toquen los bolsillos de los electores.
Un político que se atreva a subir de manera realista los impuestos del predial, el agua o cualquier otro, pierde inmediatamente su capital político, de ahí que nadie se atreva a cambiar los anquilosados sistemas de cobros de impuestos de los municipios.
Para que el lector tenga una idea de la pobreza de los ayuntamientos en Sinaloa y en el resto de México, un municipio como Badiraguato recauda en un año menos dinero de lo que le paga a sus funcionarios en un mes.
Y mientras no le demos la importancia que se merece al valor de los impuestos, los ayuntamientos seguirán quebrados.
Carga federal
Otra de las razones que afectan directamente las finanzas de los ayuntamientos son las cargas que impone la federación, ya sea por olvido o negligencia, o porque simplemente no les importa.
Salud y educación son áreas que entran en este esquema, donde los municipios se han visto obligados a construir sus propios hospitalitos o destinan grandes sumas de dinero para reparar escuelas o dotar de techumbre o equipos que de otra manera no llegarán a los planteles.
Y a todo esto le tenemos que sumar los problemas de corrupción, algunos malos administradores y decisiones tomadas con los colores de los partidos de fondo.
Y un elemento que no podemos dejar fuera es la parte ciudadana, quizá la más importante.
A nadie nos gusta pagar más impuestos, es más la mayoría ni siquiera pagamos los 100 pesos que nos llega en el recibo mensual del agua, una tarifa ridícula cuando nos ponemos a valorar lo que cuesta extraer y trasladar esa agua hasta nuestras casas.
El impuesto catastral es otro problema que ningún diputado local quiere enfrentar.
Incluso, el Alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, mantiene una disputa en contra del Congreso Local, porque los diputados no le permitieron aumentar el impuesto predial en el 2019.
La eterna polémica entre los diputados que no quieren afectar a las personas que menos tienen y los alcaldes que intentan mejorar su captación de recursos a través de los impuestos.
Autopromoción
Quien dice que va a caer para arriba es el todavía delegado del IMSS en Sinaloa, Samuel Lizárraga Camacho.
Cuentan algunos proveedores que el mazatleco, quien no compitió en la convocatoria para ser de la nueva generación de titulares estatales, se “vende” ya como coordinador regional del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Algo así como un súper delegado del IMSS en todo el noroeste del País.
¿Será?