frheroles@prodigy.net.mx
Los sentimientos se confunden. Enojo por los múltiples y costosos errores, por la galopante vanidad e incapacidad de corregir, por el ánimo de pelea permanente. Tristeza porque el Presidente y su gobierno ruedan cuesta abajo dando tumbos. México con ellos. Creen que con amenazas permanentes saldrán adelante.
Segundo informe, no en la cima, en el abismo, por más que sonría. La mayor violencia desde que se tiene registro; la peor crisis económica desde 1932, Hacienda dixit; grave proceso de pérdida de riqueza, de pauperización; 10 años para regresar a los niveles del 2018; la producción petrolera más baja en 41 años; la desaparición de decenas de miles de empresas y millones de empleos; escenas de personas pidiendo alimento en las calles que se multiplican; desplome de la recaudación y, por lo tanto, nuevos lastimosos recortes; fin de los “guardaditos”; a pesar de las fotos, sigue el distanciamiento y la desconfianza de los inversionistas, allí están las cifras; un sistema de salud pública fracturado con el rechazo abierto de varios gobernadores, todo en plena pandemia; subejercicio en medicamentos; más de 10 mil desaparecidos en lo que va de la gestión; fuga de capitales y un precario equilibrio en las tasas de referencia para retener capitales; incremento en la justicia por propia mano como producto de la impunidad crónica; desabasto de vacunas; la mitad de las compras públicas sin licitación; inevitable aumento de la deuda en proporción al PIB; pronósticos escalofriantes de más de 100 mil muertos por la pandemia. El saldo al segundo año es de horror. Halagüeño, quizá pensiones y el esfuerzo educativo durante la pandemia.
El enojo se multiplica: mantas contra el Presidente, memes, insultos en las redes, personas que le cierran el paso en las ciudades que recorre con la tradicional caravana de blindaje. Pero quizá lo más preocupante es el severo alejamiento de la realidad. La pandemia y el colapso económico global no son su responsabilidad. Sí lo es un manejo sanitario vergonzoso y la carencia de un mínimo de profesionalismo. Pero lo peor, de costos inenarrables, es el ambiente de enfrentamiento, provocación y persecución. México vive bajo amenaza permanente, eso destruye a cualquier nación.
En tan sólo una semana el Presidente calumnió a organizaciones de la sociedad civil; su gobierno se lanzó contra Nexos, un referente en la cultura nacional, y les endilgó el atributo de secuaces; inculpó por adelantado al Banco Central de la caída económica; de nuevo señaló culpables sin dar la menor prueba de algo; amenazó con una improcedente consulta sobre los ex presidentes que desnuda el ímpetu tiránico que nos gobierna. Un diputado de Morena revivió la idea de penalizar al periodismo por calumnia y limitar la investigación de tal oficio. Barbarie desnuda que quiere ampararse en el Evangelio. Están contra la pared y actúan como si fueran días de fiesta.
El paquete económico deberá ser dolorosamente austero. Estamos ante un desmantelamiento presupuestal de las instituciones. La mayoría de las proyecciones económicas para el 2021 son terribles. Para todo fin práctico habrán sido tres años desastrosos y las familias lo resentirán aún más en sus bolsillos, en su salud, en la merma o desaparición de sus ahorros. Entre muertos, enfermos con necesidad de medicamentos y mexicanos hambrientos es difícil pensar en un futuro mejor. Las corrosivas amenazas minan los cimientos de México.
Pero lo más dramático es que actúan como si gobernaran un país en jauja. Según cálculos del INE, la caprichosa consulta sobre ex presidentes que violenta derechos individuales le costaría al País alrededor de 8 mil millones de pesos. No hay dinero para niños con cáncer, ni para estancias infantiles, ni apoyos a madres saturadas entre trabajo y educación, tampoco para informales, ni para equipo de protección en el sector salud. Pero sí para venganzas ilegales. Las hogueras públicas no aplacan el hambre. Gobierna una moral torcida.