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A pesar de que el Acuerdo del Gobierno federal fue muy claro en relación con qué actividades son esenciales y cuales no, basta darnos una vuelta por los fraccionamientos como El Dorado, Lomas de Mazatlán, Gaviotas o Sábalo Country o por la Avenida del Mar, para darnos cuenta de que, hay desarrollos inmobiliarios en construcción, como el ubicado en la esquina de Avenida Gabriel Ruiz y calle San Juan Capistrano o el ubicado donde estaba el restaurante “El Parral”, por poner un par de ejemplos, que siguen trabajando como si nada, a pesar de que la construcción privada no es considerada una actividad esencial y, además, sus trabajadores laboran sin las medidas de protección exigidas para evitar contagios por el Covid-19.
En cambio, no se le ocurra abrir a un local comercial de venta de ropa, porque enseguida llegan los de Protección Civil Municipal o Estatal y los clausuran y multan.
¿Cuál es la diferencia entre ambos casos? Desde el punto de vista estrictamente legal, no existe diferencia. Las dos son actividades no esenciales y las dos deberían estar cerradas mientras siga vigente el Acuerdo del Gobierno federal.
Bueno, pensándolo bien, puede que si exista una diferencia: la corrupción. Si la construcción privada no esta considerada como actividad esencial, sencillamente en ningún desarrollo inmobiliario privado debería haber actividad en tanto pase la contingencia así que, una explicación posible para ese trato privilegiado o diferenciado es que hay un billete de por medio.
Los hoteles cerraron, centros comerciales cerraron, negocios con actividades no esenciales cerraron o son forzados a cerrar. ¿Y ellos por que no cierran? ¿De qué privilegios gozan?
Es claro que, tratándose de esa industria, hay algo que huele muy mal porque, en mi experiencia y salvo honrosas excepciones, se ha permitido pasar por encima de los Planes de Desarrollo Urbano, Reglamento de Construcción y cuanta norma legal los regula. Sencillamente, hacen lo que quieren y apoyados por las autoridades que se supone deben vigilar que cumplan la ley.
Protección Civil tiene solicitudes que les exigen que clausuren desarrollos inmobiliarios privados donde se está trabajando campantemente y sin medidas de protección y, no hace nada.
Los trabajadores de esos desarrollos quedan expuestos a contagiarse, enfermar y morir y, sobre todo, pueden ser fuente de contagio importante.
¿Qué espera Protección Civil para poner orden en este desorden? ¿Espera a que explote un contagio entre trabajadores de esos desarrollos y sus familiares? ¿Se va a esperar a que se mueran?
Los números no mienten y, sin ser alarmistas, hay que entender que esta pandemia es peligrosa, ha cobrado y seguirá cobrando vidas y hay que tomar precauciones. Nos estamos jugando la y Protección Civil esta apostando irresponsablemente con ella. Todos coludos o todos rabones.