@paezvarela
SinEmbargo.MX
Nunca antes en la historia, al menos hasta donde yo registro, un Presidente había decidido enfrentar a casi todas las fuerzas opositoras, pequeñas o grandes, diseminadas por el País. Nunca antes un Presidente las había despertado a golpe de marro para echarlas a andar. Desde el Ejército Zapatista hasta el ejército de ultraderecha en el PAN; de la señora de cabello güero falso (con lentes Gucci o falsificación de Gucci) que nunca sale de su casa pero sí cuando FRENA la convoca, hasta Enrique Krauze o Aguilar Camín. De los priistas disfrazados de campesinos-con-antorchas hasta los patrones organizados en sindicatos que han servido a los propósitos de gobiernos que ellos ayudan a imponer. De las organizaciones ambientalistas hasta ciertos grupos de artistas y académicos.
Los han enfrentado en el pasado, pero no en una misma batalla. Y hay diferencias entre aquellas batallas y ésta; entre una campal de cantina y ésta. Fue López Obrador quien logró unir a las fuerzas electorales formales en una sola masa sin ideología. Y eso no es menor. Ha dicho por décadas que representan una sola cosa y ahora ellas mismas se amarraron de la cintura en -justamente- una sola cosa. De esa manera, el Presidente ha logrado distinguir a sus aliados del resto. En el resto están PAN, PRI, PRD y los patrones, claro.
Algo parecido, pero no igual, hizo con los medios. López Obrador abrazó a un puñado y al resto, sin importar de dónde vienen o cuál es su historia, los ha echado en un costal. Y son, de facto, enemigos de lo que él llama “cuarta transformación”. A Proceso lo hizo a un lado (por citar) al tiempo que se ha sentado junto a Televisión Azteca y a Televisa, algo que sonaría impensable apenas unos años. No me extraña. Esas son las alianzas que quiere. Y no parece inconforme con que, junto a Morena, ahora aparezca un grupo político profundamente inmoral: el Partido (supuestamente) “Verde”.
Cada alianza de AMLO tiene, seguramente, una explicación. No conozco qué lo une a Ricardo Salinas Pliego y al “Verde”, por ejemplo, aunque supongo que tiene una base más sólida que el simple capricho, o el pragmatismo. Eso, sin embargo, no es motivo de mi texto. Es lo otro: el esfuerzo monstruoso que ha hecho para unir a punta de marro a casi todas las corrientes opositoras… para enfrentarlas. Si las elecciones 2021 fueran el capítulo de un cómic, bien podría llamarse: “Súper AMLO contra las fuerzas del Universo”.
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Esto: 2021. Por primera vez, todas las fuerzas opositoras del universo electoralmente conocido se unirán en un solo esfuerzo para tratar de arrebatarle el Congreso al Presidente que es, en los hechos, pararle el dinero y frenar su proyecto. El PRD básicamente va de mascota; pero PRI y PAN echarán todo el bofe. Alejandro Moreno y Marko Cortés se juegan algo más que una elección: se juegan su presidencia. Ambos tendrán que demostrar que convenía más unirse que seguir simulando que son distintos. Si pierden, pierden mucho. Ambos. En el caso de los patrones, de Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, durante décadas -ellos o sus antecesores- han jugado con ambos partidos; ahora lo hacen abiertamente pero eso no los pone en posición de perder. Ya perdieron en 2018; se regresan a sus negocios ya. Menos negocios peladitos y en la boca porque ya no tienen control del gobierno, pero al fin negocios.
Ahora, ¿y si López Obrador les gana en 2021? No habrá triunfos a medias en esa elección: o le arrebatan el presupuesto o bye, bye: en la siguiente elección cambia todo el tablero. Ya no es AMLO el que se la juega. Toca a otros. ¿Si López Obrador los derrota? Será una GRAN derrota, en mayúsculas. No lo habrán frenado, ni echando toda la carne al asador. Sería una derrota sin precedentes. La oposición se quedaría sin más conejos en la chistera. Porque están poniendo todo, es decir: están jugando el todo por el todo.
Y si pierde el Presidente, en 2021 se habrá frenado, de golpe, su intento de transformación. O quedará trunca, sin fuelle. El control del presupuesto es fundamental para concretar lo que trae en mente.
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Después de las batallas de 2021, y después de las de 2024, quizás gane el Presidente y nazca un nuevo personaje: Súper AMLO, el hombre que los derrotó a todos. La pregunta es si su victoria garantiza que tendremos un mejor país. Porque sus batallas no son necesariamente las de la Nación o no tiene por qué interpretarse como las de una Nación. Nosotros, los mexicanos (y por esta vez haga a un lado a AMLO), tenemos nuestros propios retos y nuestros propios intereses: alcanzar el bienestar, la igualdad, la justicia, la justa repartición de los bienes nacionales. Quizás debajo de la carcaza de López Obrador esté, como sucede con Clark Kent y Superman, un Súper AMLO. Como fenómeno político y social es muy interesante, sin duda. Pero si el Presidente gana en 2021 y luego en 2024, ¿habrá ganado el País?
Sí es posible ese Súper AMLO. Personalmente espero que, si gana de todas, todas, eso nos lleve a un súper país. El Súper AMLO es secundario. Las victorias personales del Presidente son nada sin una mejor Nación. ¿Tendremos una mejor Nación si gana? Ojalá. Ojalá eso inspire sus batallas a golpe de marro y ése sea el objetivo.
De los otros, los del Universo PRIAN, ya ni hablo. De ellos ya no hay duda. Si ganan es para ganar ellos. Y cuando pierden, perdemos todos. La duda, como digo, es si un Súper AMLO será para bien del país. Esa es la duda. Y pronto se despeja. Feliz 2021.