"Sobre la concesión del Teodoro Mariscal"
david@bufetealvarez.com
Para no variar, el alcalde y sus asesores siguen dando de qué hablar, incluso en estos tiempos del Covid 19. Como hemos leído en medios, el Ayuntamiento revoco la concesión del estadio de beisbol y tomo posesión del inmueble y todo su contenido.
Hasta donde recuerdo, el estadio es un bien del dominio privado del municipio, dado que fue adquirido mediante una donación, precisamente para ser destinado a estadio de beisbol.
Siendo así, de entrada, es dudoso si el Ayuntamiento puede otorgar una concesión sobre un inmueble que le ha sido donado con un fin especifico, pero eso es harina de otro costal.
Como dijeran “haiga sido como haiga sido”, el estadio fue concesionado a una empresa y, antes de que venciera el plazo de la concesión, fue “extendido” 25 años más.
En este asunto de la concesión del estadio no hay a cuál irle. Para empezar, no había necesidad de exhibirse tanto y apresurarse en la administración pasada a extender el plazo de la concesión 25 años más, cuando en los términos originales de la concesión, eso le correspondería decidirlo a la administración actual.
Y menos había necesidad de hacerlo si uno de los socios de la empresa a la que se le extendió la concesión, era alto funcionario público de la administración pasada, asomándose un posible conflicto de intereses.
Pero “El Químico” y su gente no cantan mal las rancheras y asoma la sospecha de que la decisión no tiene tanto que ver con hacer cumplir la ley, sino con hacer negocios con otra empresa (si, se dice que estos también vinieron por el billete).
Ya en tribunales se verá si la revocación de la concesión tiene bases legales suficientes para soportarla. En términos muy resumidos, si la concesión se revocó por no cumplir las condiciones fijadas en la misma y hay prueba suficiente, no hay mucha defensa en tribunales para rescatarla, a menos que se hayan cometido fallas de forma que, aunque pueden tener como efecto anular el procedimiento que culminó con la revocación, no evitarán que se vuelva a iniciar el procedimiento “purgando” los defectos formales y revocándola nuevamente.
Lo grave para el Municipio sería que, si en tribunales se logra finalmente mantener la concesión, lo que sigue es reclamar daños y perjuicios al Ayuntamiento y eso puede culminar con otra sentencia millonaria que pondrá a temblar las finanzas municipales. En pocas palabras, dinero tirado a la basura por una decisión administrativa irregular.
El Alcalde aún no entiende que el horno no está para bollos y que cada decisión que tome y que les cause daños y perjuicios a los particulares, se traducirá finalmente en un juicio que puede terminar con una condena millonaria contra el ayuntamiento.
Eso sí, aunque no sirva mucho de consuelo, si el Ayuntamiento termina pagando por culpa de un servidor público lo que no debería pagar, tiene derecho a demandarlo para que le regresen lo que pago.
El claro ejemplo es el asunto de NAFTA en donde los ex servidores públicos que deben pagar los $ 42 millones, son el que era Alcalde cuando se expidió el permiso de construcción, el que era director de la Dirección de Planeación y los responsables del jurídico en la administración de Felton, que no cuidaron la demanda.
Esperemos que la revocación de la concesión del estadio no traiga repercusiones como las de NAFTA y que pueda sostenerse en tribunales y si no, agárrese Alcalde porque lo que tenga que pagar el Ayuntamiento por daños y perjuicios se lo van a cobrar a usted.
Ahora que, si se sostiene la revocación de la concesión, por favor Alcalde tengan tantita vergüenza y no se la vayan a dar a otra empresa haciendo negocio redondo.
Mejor ya no concesionen el estadio y réntenlo a quien quiera utilizarlo, que puede ser mejor negocio que otorgar una concesión a 25 años y si no me cree, saque números, que para eso son muy buenos algunos de sus asesores, como el presidentito.
Así lo pueden rentar en invierno a la empresa dueña de los Venados de Mazatlán, en verano a otra empresa y otro equipo, y en medio de eso a quien lo quiera rentar, como los negocios que estaban funcionando antes de revocar la concesión, lo que, por cierto, si no esta permitido en el título de concesión, es una base legal solida y suficiente para revocarla.
En resumen y como desgraciadamente era y sigue siendo costumbre en este municipio, la concesión de bienes municipales se aprovecha para hacer negocios en lugar de para generar buenos ingresos al Ayuntamiento y mejorar las condiciones del servicio o del bien que se da en concesión.
La concesión del estadio nació torcida, se extendió torcida y ahora se revoca torcida. La película se va a poner buena.