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"MALECÓN DE MAZATLÁN"

"Sin playas"

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MALECÓN
03/04/2020 07:27

    Ayer, los mazatlecos vivieron un día muy extraño, amanecieron sin sus famosas playas.

    Los accesos principales lucían cintas amarillas que prohibían la entrada, como si se tratara de la escena de un crimen y no de sus legendarias playas que atraen turistas de todos los rincones del mundo.

    El encierro que manda la cuarentena lo hacía más llevadero la idea de escapar a la arena, de caminar escuchando el mar, ahora sin sus playas, los mazatlecos inician la verdadera cuarentena.

    Hasta ayer, en el puerto no se sentía la emergencia sanitaria, no en vano, hasta el Alcalde se negaba a cerrar las playas.

    Con los hoteles y las playas cerradas, la Semana Santa se cancela oficialmente, más allá del discurso y las medidas sanitarias.

    Los mazatlecos atestiguan un hecho histórico que se contará en el futuro: el día que un virus cerró las playas

     

    Sin negocios

    El Centro de Culiacán son las playas desoladas de Mazatlán, la Avenida Álvaro Obregón es el epicentro de la desolación, los negocios han bajado las cortinas y las calles permanecen desiertas.

    El bullicio estimulado por el comercio ha desaparecido del centro de la capital sinaloense, en su lugar se observan algunas personas respirando a través de una mascarilla, una postal de una ciudad apocalíptica.

    Los camiones urbanos transportan apenas a un puñado de personas, sentadas lo más separadas posibles, todos mirándose con recelo y tratando de no tocarse, mientras agentes de la Policía supervisan los camiones para asegurarse de que no superen la cantidad de personas recomendadas.

    Todos los parques de Sinaloa permanecen vacíos, los balnearios cerrados, lo que hace unas semanas eran orgullosos sitios que recibían a cientos de personas ahora son parajes desolados, en espera de que una incierta fecha termine con el temor al contagio.

    El problema es que nadie sabe a ciencia cierta cuándo terminará el aislamiento.

     

    El bullicio está en las redes

    Y mientras las ciudades sinaloenses se encierran en sí mismas para protegerse de la pandemia que asola al mundo, el bullicio se ha trasladado a las redes sociales.

    De por sí, hace ya tiempo que vivimos en el mundo virtual, ahora más que nunca los reinos del Facebook, el Instagram y el WhatsApp gobiernan al planeta.

    Los memes corren por las pantallas como la crecida de un río o como una inundación repentina, los chistes y las fake news se suceden uno tras otro, interminables como la creatividad de millones de mentes encerradas en sus hogares.

    Nada ni nadie se escapa de los chistes anónimos y digitales, lo mismo se descalifica al Presidente que los que salen de los supermercados cargando una tonelada de papel de baño, o se reenvían sesudas interpretaciones de cómo apareció el virus gracias a conspiraciones sin ningún argumento sólido.

    El humor como única medicina para una enfermedad sin cura, acaso la paciencia y unas pastillas de paracetamol, ese fármaco único que nos recetan desde hace décadas para cualquier enfermedad en el sistema de seguridad social de los mexicanos.

     

    Buscan salvar... a la económica

    Ayer, el Presidente Andrés Manuel López Obrador y empresarios de todos los rubros, acordaron un plan de recuperación económica escalonado.

    De acuerdo a lo que trascendió se incluyen en el plan desde créditos a las micro, pequeñas y medianas empresas a través de Nacional Financiera.

    También la posibilidad de un beneficio fiscal para todas las empresas, aunque el Presidente ha estado reacio a dar estos beneficios, pero será un avance.

    Será el domingo cuando conozcamos los detalles ya que se presentará este plan de reactivación económica.

    Esperemos que no termine todo en créditos que endeuden todavía más a los productores y prestadores de servicio, los que terminan “pagando el pato” al final de todas las crisis.

    En Estados Unidos existen mecanismos que permiten que el Gobierno emita ayuda económica directa a los ciudadanos que han perdido su empleo, pero acá se llama a los empresarios a que carguen con las pérdidas de los desastres.

    Vamos a ver hasta dónde, el Gobierno de la 4T es lo suficientemente creativo para aligerar la carga de los empresarios y las necesidades de los empleados, y que no terminen repartiendo despensas llenas de gorgojos como única medida.

     

    Blindaje antivirus

    Por cierto, los policías y agentes preventivos ya contarán con equipo como caretas pásticas, guantes y cubrebocas para cuidar al personal y poder seguir adelante con los operativos de seguridad.

    Ayer, ya se vieron en varios puntos de la ciudad de Culiacán agentes equipados con estos artículos que ayudarán en la higiene de los policías y evitar en lo posible los contagios.

    Recordemos que tanto los policías, como el personal que labora en el sistema de Salud permanecen en primera trinchera y son los más expuestos al contagio, una dolorosa lección que hemos aprendido de los países que llevan varios meses inmersos en la crisis sanitaria.

    Por cierto, las caretas plásticas fueron confeccionadas por Personas Privadas de la Libertad en el Centro Penitenciario de Aguaruto, además de que este equipamiento es de uso personal y será proporcionado a todos los elementos de la corporación en cada cambio de turno.

     

    La pandemia sin fin

    México alcanzó la cifra de 50 muertos, lo terrible es que son 13 casos más que el día anterior.

    Seguimos en nivel relativamente bajo en contagios y casos sospechosos en comparación con otros países, pero las cifras continúan creciendo, imparables, arrastrándonos a la Fase 3.

    El mundo ya rebasó el millón de contagiados por el coronavirus y la cifra de decesos llegó a 51 mil 485.

    Estados Unidos concentra el mayor número de contagios, el nuevo foco de la pandemia, y para colmo nuestros vecinos.

    Un 60 por ciento de las muertes se concentra en los países europeos más castigados por el virus con Italia y España a la cabeza.

    Lejos todavía de una vacuna, la única alternativa que tenemos actualmente es seguir cuidándonos para retrasar, en lo posible, la fase más aguda de la crisis.