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En la parábola del siervo fiel, Jesús resaltó la respuesta del criado que supo interpretar correctamente la disposición de su señor, porque puso sus talentos al servicio de los demás y los hizo fructificar en abundancia.
Todos tenemos la obligación de hacer rendir nuestros talentos, pero con mayor razón quienes son elegidos como líderes, guías, dirigentes, animadores y pastores de la comunidad. Por eso, con gran tino, el Obispo Benjamín Jiménez Hernández escogió como frase de su escudo episcopal: Fidelis servus”.
El Obispo emérito de la Diócesis de Culiacán, quien falleció ayer a sus 82 años debido a complicaciones de salud provocadas por el Covid-19, era originario de Pénjamo, Guanajuato, pero a muy temprana edad quiso convertirse en sinaloense al ingresar al seminario de Culiacán, donde cursó sus estudios de Humanidades y, posteriormente, en Montezuma, Nuevo México, Filosofía y Teología.
Ordenado sacerdote en 1963, comenzó su ministerio en el Seminario y después estudió la Licenciatura en Espiritualidad, en Roma, Italia. Se reincorporó a la Diócesis y más adelante se trasladó a Guadalajara para estudiar Psicología.
A su regreso a Culiacán trabajó en algunas parroquias y fue elegido Obispo auxiliar en 1989. En 1993 tomó posesión como Obispo titular, tras la renuncia de Monseñor Luis Rojas Mena, hasta que él también renunció en 2011 debido a problemas de salud y fatiga crónica, sucediéndolo el actual Obispo, Jonás Guerrero Corona.
Es imposible, en este breve espacio, resaltar toda su gestión; sin embargo, no podemos dejar de mencionar el sorteo y edificio del Nuevo Seminario, la Universidad Católica, la Casa de Retiro, oficinas del Obispado, reorganización de Cáritas y el Banco de Alimentos, entre otras obras.
Lo importante es actuar como siervo fiel. El Papa Francisco dijo: “El episcopado no es una condecoración, es un servicio”.
¿Actúo como siervo fiel?