|
"ÉTHOS"

"Ser generoso con todos"

""

    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiazf

     

    La sabiduría de los cuentos orientales invita a dar con generosidad sin hacer acepción de personas y sin esperar ninguna recompensa.

    Normalmente, los seres humanos actuamos de manera selectiva y somos generosos con quien nos cae bien o se porta de maravilla con nosotros. En cambio, pensamos y recelamos mucho para ofrecer algo a quien no nos simpatiza o agrada.

    Sin embargo, si solamente damos a quien nos da; saludamos exclusivamente a quien nos saluda y mostramos afecto a quien sabemos que también nos ama no hacemos nada de extraordinario, como dijo Jesús:

    “Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacen el bien a los que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amen a sus enemigos; hagan el bien, y presten sin esperar nada a cambio; y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos”, (Lc 6, 32-36).

    El filósofo Enrique Mariscal señaló que, según un antiguo relato, había en un monasterio de China un sabio anciano muy respetado, el cual ofrecía una tacita de té a todo aquel que se cruzaba en su camino, lo conociera o fuera la primera vez que lo veía.

    Un monje, curioso, le preguntó: “Maestro, ¿por qué ofreces un té tanto al que conoces como al que no? Unos llevan tiempo estudiando y otros no, de unos conoces el nombre y de otros no?” A lo que el maestro respondió: “¿Un tecito?”.

    ¿Me comporto generosamente con todos? ¿Hago acepción de personas?