Editorial
México y buena parte del mundo está atravesando por uno de los problemas de salud más serios de los últimos años. La dispersión del nuevo coronavirus, el Covid-19, ha obligado a tener como principal medida el distanciamiento social. Y mucha gente, ha acatado la disposición para proteger su salud y la de los demás.
Sí, es verdad que este confinamiento social ha ocasionado que algunas actividades económicas se vean afectadas, que negocios hayan cerrado y que empleos se perdieran. Y ese será un problema que habrá de resolverse en el futuro inmediato, porque en el ahora, aún queda mucho tramo por andar ante la pandemia.
Para el caso de México, y de Sinaloa, los días por venir son los considerados cruciales, unos días en que se pronostica que se registrará el mayor número de contagios y que conviene a todos quedarse en la casa para evitar, primero enfermarse y segundo, llenar los servicios hospitalarios.
Por eso, a nadie conviene contravenir las indicaciones, de las autoridades federales y estatales, de que negocios que inviten a la concentración de gente, mantengan sus servicios habituales.
En Culiacán, el Alcalde consideraba mantener abiertos los panteones hasta antes del Día de las Madres y en Mazatlán, el Presidente Municipal pretendía autorizar la operación de restaurantes para el festejo a las mamás.
Sí, se entiende que se trata de una tradición con mucho arraigo, pero no tiene porqué ser necesariamente ese día, dadas las circunstancias por las que atraviesan el País y la entidad.
Esas decisiones tomadas, que se oponen a las recomendaciones federal y estatal, lo único que hace es invitar a la gente a olvidar el distanciamiento social, el método más efectivo para prevenir los contagios del Covid-19, y exponerse al riesgo de enfermarse.
Pueden parecer decisiones atrevidas, o divertidas, u osadas, las que plantearon esos alcaldes, pero en medio de la crisis, lo menos que se le puede pedir a quienes gobiernan, es sensatez, e invitar a todos a ser sensatos. Que así sea en estos días difíciles.