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Mi objetivo en la vida: amar al prójimo. Mi obstáculo: el prójimo.
Gliding
El Erny: “Respecto del hang gliding, lo practicaba nuestro compañero de quinto de primaria Ramón Serna, quien se tiraba del Faro. Eran tres paisas en el puerto a quienes les dio por este deporte volador. Y sí, era más peligroso, qué bueno que te diste de baja, pescaste la vibra a tiempo”.
Vacas no locas
Mi primo el Jaime: “En la casa de mi abuela Rosalba Lavín de Lorda siempre hubo una vaca en bronce que era uno de los premios que ganó alguna de las vacas de mi abuelo Ernesto Lorda Fernández de la Riva, originario de Irún, España (en realidad nació en San Jean de Luz, Francia, pero tenía nacionalidad española y fue cónsul de España por mucho tiempo en Mazatlán, antes de la guerra civil, nunca fue franquista, dejó de ser cónsul después de la guerra civil).
“Eso de las vacas era solo un hobby de mi abuelo, no lo hacía por negocio. Por algo le decían ‘el Papa de las vacas’. Tenía el Conchi sobre todo para ir a pasar los fines de semana y que sus hijos montaran a caballo y realizaran otras actividades del campo. Yo tengo por ahí los registros de algunas vacas de cómo iban ganando peso. Una se llamaba la Radio, supongo que porque en esa época la radio era una novedad.
“En realidad mi abuelo don Ernesto Lorda Fernández de la Riva, de origen vasco, fue un hombre de negocios asociado con la familia Echeguren, los dueños de la famosa Quinta Echeguren que se está re-descubriendo recientemente en Mazatlán. Fueron los propietarios de minas y de ranchos en el sur de Sinaloa (tengo entendido que fueron los primeros propietarios de Las Cabras, cerca de Escuinapa), explotaron la palma, y su aceite, hicieron jabones (fueron propietarios de lo que después fue la ‘Manteca Olga’ que después fue de los Coppel), entre otras cosas. Fueron, además, socios en la Cervecería del Pacífico, al menos durante algún tiempo.
“Don Ernesto, mi abuelo, también fue un excelente músico (tocaba piano y violín además de la guitarra, e incluso compuso música que desgraciadamente nunca hizo pública), que formó un grupo de música que daba conciertos en lo que era el teatro Rubio (después Ángela Peralta) y en otros lugares. Él llegó a Mazatlán con el fin de desarrollar las inversiones de la familia Echeguren, originarios de San Sebastián, a escasos kilómetros de Irún, que es una pequeña ciudad fronteriza con Francia. Se casó con Rosalba Lavín Gaxiola, una gran señora, hermana de Francisco Lavín Gaxiola, uno de los médicos héroes de la peste en Mazatlán, que escribió dos libros sobre su experiencia. Fue un gran hombre, mi abuelo, y ayudó al desarrollo de Mazatlán.
“Mi madre siempre decía que ella primero era mazatleca y luego mexicana, creo que hay muchos como ella (yo por ejemplo, que aunque nací en la ciudad de México y tengo fuera del puerto 55 años, me siento profundamente mazatleco). ¿Por qué será? ¿Qué tiene nuestro bello puerto? ¿Por qué queremos tanto a Mazatlán? En fin, el corrido del ‘Caballo Blanco’ habría sido más bonito si José Alfredo lo hubiera hecho pasar por Mazatlán”.
Uruchurtu
Anécdota famosa. Una vez le preguntaron a Adolfo Ruiz Cortines (Presidente de 1952 a 1958) si don Ernesto estaba en la reducida lista de posibles “tapados” para la sucesión de 1958. Ruiz Cortines hizo como que pensaba y murmuró: “Uruchurtu, mmmmm, sí, sería un buen Presidente… sus primeros 18 años”.
Me pregunto si habrá algún político o “servidor público” al que no le atraiga abierta o solapadamente la reelección (“El tigre quiere seguir siendo tigre”, dice Borges). ¿Está mal esa gente o es un atributo consustancial al ser humano el querer permanecer en la inercia? ¿Es la democracia el mejor sistema de gobierno o, al contrario, el peor al ir contra una de las pulsiones más esenciales del ser humano?