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BUHEDERA

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    Creced y multipli-CAOS.


    Testimonio sobre el fentanilo: un hombre

    https://www.20minutos.es/noticia/2912095/0/testimonios-veneno-fentanilo-parches/

    “Acarrea cinco hernias discales y artrosis en ambas caderas, dolorosas hasta la postración. Juan Antonio, 61 años, tiene reconocida una invalidez. Sin embargo, dice que ni por todos los dolores del mundo, que los padece, volvería a colocarse en el brazo un parche más de fentanilo -el calmante opioide que mató a Prince y cuyo consumo vía receta médica se ha triplicado en España en los últimos 10 años. ‘Maldito el día en que me puse ese veneno. Al principio me redujo un poco el fuerte dolor, pero enseguida caí en todas las contraindicaciones. Me volví loco durante tres meses. No quería ver a nadie, ni a mis nietos. No soportaba ni la presencia de mi mujer. Tenía el intestino parado, ataques de ansiedad. Eso es un veneno’.

    “Rogó a los médicos que le retiraran los parches, pero tuvo que hacerlo sin su consentimiento. ‘Es que no podía hacerle lo que le estaba haciendo pasar a mi familia’. Tenía que quitarse una medicación que le estaba matando. A fuerza de voluntad, y sin recurrir a especialistas, lo consiguió.

    “Cuando el fentanilo, que es un opioide sintético 100 veces más potente que la morfina, se liberaba del parche y penetraba en el organismo de Juan Antonio él dice que se quedaba ‘atontado, no coordinaba y tenía depresión, ansiedad, pérdida de apetito, deterioro físico por días. Pasé de la talla 46 a la 40 de pantalón en poco tiempo’. Bajo los efectos del fármaco no es que tuviera ideas suicidas en abstracto, sino que, cómo él mismo explica: ‘Llegué a tener la cuerda echada en el parral para ahorcarme. No veía ninguna salida. Era totalmente un adicto, pero yo no quería eso para mi vida. Si no lo llego a dejar, y me costó sangre, dolor y lágrimas, no estaría hablando ahora con usted. Para mí el fentanilo es un veneno. Se apoderó de mí y me destrozó’”.


    Testimonio sobre el fentanilo: una mujer

    “Sara es una catalana de 52 años cuyo calvario le sobrevino tras una fallida intervención de urgencia por una hernia que le perforaba la médula, a la que llegó desde un periplo médico a consecuencia de unos fuertes dolores al bajar el cuello, ‘como descargas eléctricas’, y una sensación de ‘manos acorchadas y torpeza al andar’, que extrañaron en exceso a esta mujer antaño activa y de perfil atlético.

    “La mala praxis le condujo a una segunda operación quirúrgica de su mielopatía cervical. Aunque se salvó de quedar en silla de ruedas, la intervención no logró mitigar un dolor que le hace retorcerse y gritar. En la unidad del dolor de su hospital de referencia le colocaron un primer parche de fentanilo. ‘Los parches me quitaban el dolor en un 50 por ciento más o menos, pero las contraindicaciones no compensan. Todos los problemas intestinales te surgen, se te quita el hambre y sobre todo te deja tan chafada que sólo puedes estar tirada’.

    “De la cama al sofá y viceversa, así han sido sus últimos meses con fentanilo. Entre arcadas, vómitos y apalancada. Se olvidó de comer y se quedó en apenas 40 kilos. No encontraba fuerzas para hacer nada de lo cotidiano, ni para visitar a su padre en la residencia, donde le asisten por Alzheimer. El estado de apatía le atribulaba hasta en ocasiones pensar en suicidarse. ‘El cuerpo no me respondía. Yo, que soy tremendamente fuerte, con el fentanilo me sentía doblegada, sin fuerzas para hacer nada y pidiendo ayuda hasta para lavarme el pelo. Es cuando lo piensas: para estar así, mejor me tiro por la ventana’. Sara está convencida de que esas ideas se las provocaba el medicamento, no el dolor.

    “España es el quinto consumidor mundial de fentanilo. No solo no hace el efecto deseado como calmante, sino que provoca una fuerte adicción y otros graves efectos secundarios”.