@DoliaEstevez
Washington, D.C._ La estrepitosa caída de Carlos Romero Deschamps se decidió en función de los tiempos del TMEC. Una semana antes de la renuncia del dirigente petrolero, López Obrador desayunó en Palacio Nacional con el congresista demócrata Richard Neal, cuya bancada en la Cámara Baja congeló la ratificación del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá debido a dudas sobre la ley laboral. En el encuentro, en el que AMLO estuvo acompañado de miembros de su gabinete, Luisa María Alcantar explicó a Neal el alcance histórico de la reforma y usó la avalancha de retos legales de la que está siendo objeto por parte del sindicalismo charro para ilustrar su carácter democrático.
Neal regresó a Washington escéptico. Las promesas retóricas del gobierno no lo convencieron. El TMEC se tambaleaba. Cundió el pánico en las altas esferas del Gobierno mexicano. Había que dar un contundente botón de muestra. Algo tangible. Concreto. Palpable. Llegó la hora de sacrificar a Carlos Romero Deschamps. Daño colateral.
Paso seguido en la misión rescate del TMEC, mandar de urgencia a Jesús Seade a Washington con una carta para Neal firmada por AMLO. Como presidente del Comité de Medios y Árbitros, Neal es responsable de palomear nuevos acuerdos comerciales negociados por el poder ejecutivo. Convencerlo es clave para hacer avanzar al TMEC.
En la misiva de ocho páginas, misma que Seade entregó personalmente al congresista, López Obrador da su “palabra de hombre” de que honrará el compromiso de avanzar la reforma laboral y exhorta a los demócratas a ratificar el TMEC lo antes posible. “La reforma laboral… pondrá a México en la vanguardia de los derechos laborales en Latinoamérica y garantizará la democracia y las libertades sindicales como no se había hecho en más de tres décadas…”, dice AMLO a Neal. Prueba de ello, subraya, es la resistencia que enfrenta por “sindicatos históricamente beneficiados del viejo sistema”. Además, López Obrador promete destinar la monumental suma de 926 millones de dólares para la implementación de la ley laboral en los próximos cuatro años.
Tras el encuentro con Neal el jueves pasado, Seade, Roberto Velasco (SRE), Esteban Martínez (Trabajo) y Marlon Aguilar (SHCP), entre otros, tuvieron sesiones “técnicas” con integrantes del equipo de Nancy Pelosi, la presidente de la Cámara de Representantes sin cuya anuencia el TMEC no tiene futuro. Los mexicanos volvieron a usar la salida de Romero Deschamps para ejemplificar la determinación del gobierno a depurar sindicatos.
No fue difícil para los demócratas registrar la trascendencia de la caída de un personaje cuya reputación de corrupto trasciende fronteras. Ingresó al listado de los 10 más corruptos de México de Forbes en 2013. En 2014, un jurado de Texas lo declaró culpable por un multimillonario fraude contra una empresa estadounidense que hacía negocios con el sindicato (18/01/2019 SinEmbargo). Se dice que no puede entrar a Estados Unidos sin arriesgar ser arrestado.
En un comunicado el mismo día, Neal dijo que la carta de AMLO puso “por escrito” las garantías que recibió del mandatario de cumplir las “históricas reformas laborales” cuando lo vio en México y de los pasos concretos que su gobierno está dando para implementar los cambios. Dijo estar “muy satisfecho con la demostración de buena fe” de López Obrador (17/10/2019 Comité de Medios y Árbitros).
Pelosi refrendó la declaración de Neal al mandar la señal más alentadora hasta ahora de que el aterrizaje del TMEC no es un sueño guajiro de los mexicanos. “Puedo decir honestamente que pienso que cada día estamos más cerca”, dijo sobre la posibilidad de superar los escollos que han impedido someter a votación del pleno el convenio (17/10/2019 Politico).
Las declaraciones de Neal y Pelosi inflaron la valija de optimismo de Seade que apenas cabía en la barriga del avión de United que lo trajo a Washington. “Sigo creyendo que entre octubre y noviembre se dará el paso clave: el apoyo de la Speaker Pelosi y el lanzamiento del proceso de votación”, dijo ante la prensa (17/10/2019 Embajada de México).
Seade desestimó la simplista percepción de que el TMEC no avanzará porque los demócratas no van a darle un triunfo político a Trump en tiempos electorales. Argumentó que no hacerlo sería impopular y contraproducente para los demócratas. Tan seguro está en su apuesta de que el TMEC será ratificado a más tardar en noviembre que invitó a cenar a la prensa si pierde.
La inmolación política de Romero Deschamps y la promesa multimillonaria para la implementación de la reforma laboral parecen haber ablandado la reticencia de los demócratas. Por primera desde que concluyó la negociación del TMEC hace un año, el optimismo de Seade no parece infundado. Fuentes demócratas me dicen que es muy probable que el convenio salga adelante no sólo porque hay más convencidos que no de sus beneficios económicos sino porque les conviene en la coyuntura política actual. Su aprobación enviaría el mensaje de que el juicio político de Trump no es una acción partidista sino fundamentada en la Constitución. O sea, pueden ratificar un acuerdo comercial pese a haber sido negociado por la administración Trump porque reconocen sus méritos. La moneda está en el aire. Si tuviera que apostar apostaría que habrá TMEC este año.