El costo de oportunidad también aplica en lo personal.
Ayer fue un buen día. Tuvimos 9 o 10 horas de reuniones virtuales, como todos los días hábiles, pero hubo mayor variedad de actividades.
Primero dedicamos un tiempo a ordenar el garaje, botando cajas a la basura ecológica, sacando los adornos de Navidad para la próxima temporada, acomodando muchas cosas y limpiando todo lo que se pudo.
Luego tuvimos oportunidad de salir a pescar unos 20 minutos atrás de la casa, y saqué un pavón que brincó mucho. Afortunadamente no se lastimó y pude devolverlo al agua. Unos minutos intensos.
Nos programamos bien y alcanzamos a comer juntos. Fue una comida con charla amena y divertida. Los platillos muy sencillos, deliciosos. El vino hizo lo suyo con un buen maridaje.
En la tarde alcancé a leer un par de artículos muy interesantes. Se me ocurrieron unas ideas que quiero desarrollar. Caí en cuenta que me falta encontrar nuevas causas sociales que pueda impulsar virtualmente. Lo convertiré en un proyecto.
En la noche nos reunimos en familia para decidir si iremos de vacaciones en diciembre. Ahora es más complicado salir de casa y mantener los mismos cuidados para estar bien protegidos. Hemos encontrado alternativas muy interesantes.
Más tarde vimos un episodio de una serie de Netflix que, como la mayoría, son de pobre calidad cinematográfica, pero entretenidas.
Antes de dormir me di cuenta de que me sentía contento por el día vivido. Hoy por la mañana reflexionaba sobre la razón por haberme sentido tan bien el día anterior. Llegué a una conclusión muy sencilla: fue un día diferente. Me faltó tiempo para hacer la llamada con mi hija y mis nietos. Tengo que hacerlo ya.
Ahora casi no vamos a ningún lado fuera de la casa, pero con las máquinas de ejercicio, los patines y las bicicletas se han abierto otras posibilidades.
Tal vez es tiempo de vivir una vida más sencilla, pero no por eso podemos permitir que esta pandemia se convierta en tiempo perdido, en meses o años desperdiciados.
La monotonía de la pantalla, por más diversas tareas que realicemos en ella, termina siendo pantalla al fin. Nuestra mente necesita de diversidad, nuestros ojos requieren mirar hacia otros lados. Nuestra vida puede ser más rica.
Concentrarnos en lo que nos rodea (objetos, partes de nuestra casa y sus alrededores, lluvia, pájaros, ranas, lagartijas, vehículos); llevar a cabo actividades físicas o deportes; dialogar sobre temas más profundos, llamar a nuestros seres queridos, practicar aficiones o tareas domésticas, leer de temas distintos al trabajo, escribir también sobre otros temas, escuchar música y estudiarla. Todas estas actividades enriquecen nuestra mente, engrandecen nuestra vida.
El día de hoy para mi es especial. Es el día de la semana que escribo estos artículos. Como sea es una labor creativa que sintoniza mi pensamiento en otra dinámica, que me obliga a pensar.
El distanciamiento social que hoy vivimos puede hacernos sentir más aislados y aburridos. Nuestras vidas pueden convertirse en verdadera monotonía. Necesitamos ser proactivos y procurar poner en práctica un programa de enriquecimiento de nuestras vivencias.
También tenemos que ser creativos y modificar nuestros hábitos. Hemos de pensar en lo que más nos llena, nos falta y nos gusta. Debemos impedir que nos lleve la inercia.
Está bien que trabajemos para ser más eficientes, que administremos mejor nuestro trabajo y nuestro tiempo, que nos tracemos metas y les demos seguimiento. Pero no todo es trabajo. La vida es más rica que eso.
Yo quisiera aprovechar este artículo para preguntarte si en estos últimos meses tu vida se ha enriquecido, si estás avanzando también en tus objetivos personales, no profesionales, si crees que estás evolucionando en camino hacia tu felicidad.
Piensa más alto, mira más lejos. Dios siempre está ahí, esperándonos. Hoy hay más espacio para meditar y encontrarnos más adentro.
Ayer fue un gran día para mi. Estoy buscando que hoy también lo sea. Mañana será otro día. Vivamos un día a la vez. Disfrutemos nuestra vida intensamente sin importar lo que pase allá afuera. La riqueza potencial para cada uno de nosotros es inmensa. No la dejemos ir.
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Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.