"Quirino Ordaz en 2020: entre el PRI y la 4T. Morena, ¿año nuevo con políticos rancios?"
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Este día, primero de enero de 2020, comienza otro tiempo crucial para la política en Sinaloa porque las candidaturas a los principales cargos de elección popular, a la Gubernatura sobre todo, tendrán que construirse con anticipación como adelanto también de la guerra electoral que viene entre dos partidos, uno que es Gobierno en Sinaloa y otro que ejerce el control del Congreso del Estado y de los principales ayuntamientos. Por supuesto que ante la cercanía de la elección éstas y las demás siglas mostrarán una cara y estrategias distintas a las que les hemos visto hasta hoy.
El Partido Revolucionario Institucional al frente del Poder Ejecutivo y el Movimiento Regeneración Nacional con mayoría en el Congreso del Estado y en Municipios, debieron formular anoche propósitos de reconstrucción interna aun cuando sean tan frágiles como los de cualquier persona que espera el brindis de año para implementar el autoengaño. Es un hecho que están mal y urge que cambien, pero al mismo tiempo seguir iguales les significa sobrevivir en el entorno pantanoso en que se mueven.
Por ejemplo, el Gobernador Quirino Ordaz Coppel deberá pausar un poco en 2020 la obra pública y dedicarle más energía y sesos a la obra política. En infraestructura social ya está el sello de su mandato con la red hospitalaria que como nunca se modernizó en el estado, mientras la labor para que su partido retenga el cargo que él ocupa y recupere la mayoría en el Legislativo y alcaldías se ve dispersa con el activismo personal y de sus candidateables tendiente a mantener y crecer el capital electoral priista. Pero no es tan sencillo esta vez ni para el Mandatario ni para su partido.
Jugársela con alguno de los tres que construyen legado político, Jesús Valdez Palazuelos en el PRI, Sergio Jacobo Gutiérrez en el Congreso y Juan Alfonso Mejía López en la Secretaría de Educación Pública y Cultura, o bien optar por un bajo perfil que obtenga la postulación sabiendo que va al sacrificio por eventual la derrota, ya sea Sergio Torres Félix o cualquiera de los novatos que hacen pininos en Palacio de Gobierno, no es cualquier dilema para quien tiene el poder de decisión.
Otra encrucijada del Gobernador consistirá en la actitud que asumirá frente al candidato que defina el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la ventaja de un retiro sin complicaciones si se ciñe al bendecido por la Cuarta Transformación o el riesgo de la persecución política en caso de empeñarse en que el PRI mantenga lo que tiene y recupere lo perdido en Sinaloa.
El caso es que Quirino Ordaz estará dentro de poco tiempo entre la espada de la Cuarta Transformación o la pared de un PRI con posibilidades de triunfos electorales. Tampoco se descarte que tenga que abrirse a otras opciones no tan suyas, las de Aarón Irízar López o Mario Zamora Gastélum entre otras, entregándoles lo construido en pos del voto durante lo que va del sexenio bonchi.
Lo que se ve venir en el caso del Gobernador es que baje de ritmo la concreción de obra pública que mete en complicaciones a la administración pública estatal al realizarse con recursos públicos propios por el enredado flujo del dinero que envía la Federación, y cobre vigor la faena política para la clausura tersa del quirinismo antes de que al fragor de las campañas no tan lejanas merme las posibilidades de operar la sucesión.
En el caso de Morena no hay disyuntiva: o repara el destartalado carro casi completo que obtuvo en la tómbola electoral del primero de julio de 2018, o se queda en el camino esa carcacha cuya única utilidad será la de advertir cómo se desperdicia la oportunidad de ser gobierno. Tendrá que seleccionar muy bien los cuadros con los que competirá porque con los personajes y estilos instalados hoy en la función pública los electores le harán el fuchi y el guácala.
Le es comicialmente vital no un lavado de cara sino la cirugía reconstructiva que quite de enfrente de los electores los semblantes grotescos que exhibe en los tres principales ayuntamientos y en algunas curules que, la verdad, ni en los peores tiempos de las impudicias priistas desencantaron tanto a los sinaloenses.
Impostergable a la vez que le dé forma a un liderazgo partidista como condición para que termine la rebatinga cotidiana por el control del partido y que se construyan también los ideales y lealtades que al no tenerlos la hacen presa fácil de vividores de la política que no traen convicciones sino ambiciones. Para Morena 2020 nunca será año nuevo si no es capaz de sacudirse los personajes y pandillas rancios y torpes que la avejentan.
Es este 2020 el año de la prueba para el PRI de Quirino Ordaz y el Morena de López Obrador. Los dos políticos y sus partidos se calarán en el escenario atípico donde, oh paradoja, muchos ciudadanos quieren finiquitar el error de la 4T en Sinaloa y extenderle al mismo tiempo la confianza al proyecto de nación que propone el Presidente. ¿Cómo armar tan complicado rompecabezas?
Reverso
Bienvenido el año naciente,
Y ojalá que en la nueva ronda,
A Morena le caiga el veinte,
Y que el PRI ya agarre la onda.
¡Por la vida, bohemios!
Por los que ya no están porque la violencia nos los ha arrebatado, dediquemos este día un pensamiento, una lágrima o una oración, en el deseo de que ni uno más caiga en la desgracia donde hay que dar imprevistos adioses definitivos y aparte vivir las tribulaciones de la impunidad. Y sea cual sea la forma de manifestar solidaridad con las víctimas y los deudos, levantémonos pronto del pasmo a exigir que ante cada ataque a la vida la ley haga lo que le corresponde. Paz y buenas nuevas para todos en este 2020 que llega.