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"Opinión"

"¡Queremos roooock!"

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13/06/2020

    Cuauhtémoc Celaya Corella

    celayacorella@hotmail.com

    Nuestra generación Inge, vio llegar la televisión a los hogares, y con ello un cambio en los hábitos cotidianos que se basaban en las relaciones humanos en casa, barrio, colonia, en donde el saber sobre los vecinos, era la forma de compartir el vivir mismo. La cercanía de las familias daba seguridad social. Pero con la Tv, todo cambió. Eran los primeros años de la década de los 60, y durante por lo menos 25 o 28 años, el único canal de aquellos tiempos, impuso condiciones de tipo social. Después llegó otro y luego, canales locales conformaron el menú televisivo.

    Así fue desde nuestra secundaria hasta la universidad y luego en los años subsiguientes pero ya en área laboral. Lógico que dentro del abanico de programación, cada quien fue prefiriendo sus favoritos. Yo en lo personal y cientos, preferíamos los llamados programas cómicos, que entraban antes del noticiario. El género de las telenovelas, que después los llamaron teleteatros, nunca fue de mi agrado. Me enteraba de ello por las pláticas de compañeras en oficinas.

    Así, Inge, la caja idiota, como fue llamada por algunos, fue siendo batuta que marcaba el son que la sociedad disfrutaba. El maratón que era Siempre en Domingo, petrificaba a familias, y le daba un sopor de duraba a veces, hasta la mañana del lunes. La televisión ganaba espacios a la vida social que la comunidad vivía, y sobre todo niveles medios y bajos se reflejaban en las escenas que a diario vivían, alimentando el deseo social de pertenecer a mejores cosas, a mejores tiempos, los cuales fueron llegando y apagando la sencilla vida de la sociedad.

    De todos esos programas, Inge, me agradaba el que hacía un cómico, que ganó popularidad por sus personajes y fue dejando frases que se repetían en la cotidianeidad social. Sus programas más conocidos fueron Qué nos pasa, y Sábado Loco Loco, el cómico era Héctor Suárez, quien independientemente de hacer reír con sus sketches, traían la denuncia social contra las conductas de los políticos sobre corrupción, burocratismo, engaños y mentiras que, son tan comunes en ese campo del poder. Acusaba valentía en esas representaciones, aun sabiendo que la dictadura perfecta, que aludiera Vargas Llosa en los 90, reprimiría a la larga, su trabajo.

    De sus personajes, El Flanagan, era quien satirizaba a la juventud imitadora de conductas del hippie y su frase ¡Queremos roooock! la repetía constantemente dándole ese aire de libertad que presumía; el abogado y el constructor, ambos corruptos que se amafiaban con políticos, el padre Amaro, el teporocho que en su alcoholismo veía a Gulliver, que siempre acudía a ayudarlo, y el No hay, no hay, empleado mediocre que nunca atendía bien a sus clientes. En fin, era una hora imperdible de alta comicidad y sátira.

    ¿Por qué te platico esto Inge, en tiempos de la pandemia? Porque dicho actor acaba de morir, y tal vez eso en lo general no tenga importancia, pero sin embargo, puedo creer que fue un sello para nuestra generación, ¿No lo ves así? La generación actual está siendo sellada por las apps de celulares, sobresaliendo el tik tok, que suple los malísimos programas de comicidad de la tv mexicana. Y es que ya no hay aquel humor sano, fino que gustaba a la familia.

    El humor por televisión es elevadamente vulgar, en donde se tiene que denigrar el idioma, denigrar al ser humano, desvalorarlo, donde la viveza es el engaño, lo cómico es el doble sentido, y no tiene una connotación sobre la problemática social.

    Cuando la vulgaridad alcanzó las pantallas televisivas, la sociedad salió perdiendo.
    Qué lastimoso como ente social, que los canales de mayor audiencia, sobre todo que consume la gente pobre, que no puede porque no tiene, ni recursos, ni formación cultural, comprar un libro, alcanzar un boleto para un evento de esencia cultural, reciba en su casa, esa basura disfrazada de comicidad.

    Además, el actor Héctor Suárez criticaba duramente al sistema y a sus actores los políticos, por su corrupción y abandono de sus responsabilidades. Eso fue causa de que le clausuraran sus programas.

    Y es que la piel del político que gobierna en cualquier poder, es muy delgada y es de poco aguante. Hoy, varios periodistas han sido callados porque sus críticas no gustan, y el bombardeo de los bots del Presidente no logran callar la verdad que en estos datos, y en los otros datos, flota en el tejido social.

    En otra cosa: Lo sucedido en Jalisco y las protestas en CDMX, llevaban el sello de la casa morenista. Al Gobernador de Jalisco, por todos lados van a provocarlo a partir de ahora, aunque inteligentemente reculó y le envió unas gladiolas al ego del Peje, diciéndole: ¡Queremos Roooock! Eso puede frenar el ataque, pero sigue estando en peligro.

    Y bueno, la burda denuncia del boa, es como para a grito abierto decirle a tú sabes quién:¡Queremos rooooock!