@fopinchetti
Es el momento de ellas. Las mujeres mexicanas se van a expresar sin pedir permiso. Histórico, sin duda. En vísperas de la mega marcha con motivo del Día Internacional de la Mujer, este domingo 8 de marzo, y del Paro Nacional convocado a través de la iniciativa #UnDíaSinNosotras, el lunes 9, le pedí de botepronto a mi hija Laura Elena Ortiz Pardo un texto en el que expresara en este contexto lo que le diera la gana. Lo hizo. Le cedo a ella emocionado este espacio semanal:
Estas líneas las dedico a Elena, mi madre, la mujer más valerosa que conozco. Durante las últimas semanas he estado dedicada al restablecimiento de su salud, he vibrado en las habilidades llamadas “femeninas” del cuidado, el apoyo y el cariño. A cargo en momentos difíciles, con la preocupación a flor de piel y con mucha labor.
Así la he visto sobreponerse, como tantas veces. Repaso entonces todo su esfuerzo de vida, de salir adelante sola, por ejemplo, en un momento en el que se condenaba a la mujer que no era capaz de mantener el anhelado matrimonio, sí le costó trabajo y sufrió.
La vi, desde muy pequeña, defendiendo el respeto hacia sí misma. No se dejaba nunca de lo que creía injusto y no se conformó con vivir en la apariencia comiendo el desamor que tantas otras amas de casa optaron por cegarse.
Los prejuicios de estos días no son tan distintos a los de los años 70. Con una aparente fortuna por la apertura de nuestro tiempo, solo revela a gran escala lo que percibimos nosotras desde siempre.
Y sí, la violencia crece, el respeto depreciado hacia la mujer se dibuja desde los más pequeños detalles cotidianos que aprendimos como normales, mientras nos condenamos en el entendido de que así son las cosas. ¡Pues no!
Son días llenos de historias dolorosas, de llantos, de trampas, me he sentido enjaulada en un sistema del cual me resulta inconcebible que no se voltee a ver a la madre que clama justicia, a gritos sí, por su hija desaparecida y no solo eso, sino que además se le condene.
Realmente da miedo. Este aullido que se ha agudizado en miles de voces desesperadas, de millones de anécdotas que todas contamos y ni en el más grande barullo nos hacemos oír, ¡es frustrante!
Nos tomamos de las manos, nos miramos, nos comprendemos…
¿De qué servirá todo esto si no se logra trascender del círculo femenino?
Escucho enfurecidas a las pequeñas que se niegan a aceptar que nunca serán entendidas por hombres que no saben mirarlas.
Nos veo agotadas y caminamos, seguimos aguantando y aguantando aún más, mientras buscamos nuevas formas, las que se puedan. Las voces no pueden apagarse antes de llegar al otro lado. No debe ser así.
Observo mi ahogo, nuestro ahogo, nuestras pérdidas, nuestras muertes que son de todos los días… y habrá que moverse y hacer el paro. Sin seguir a la espera, ser en esencia tú, yo, nosotras como seres libres.
Mi madre trascendió el esquema, sabiéndose fuerte, validando su razón. Eres mi orgullo Elena.
Laura Elena Ortiz Pardo
Adicionalmente, este jueves 5 fue el cumpleaños de mi querida y admirada Laura Elena. Vaya desde aquí, con un abrazo cariñoso, mi felicitación por ese acontecimiento. Y por ser como es. Válgame.