Manuel Clouthier
@ClouthierManuel
El pasado 20 de diciembre, un diario sinaloense reprodujo un artículo que publicó mi padre Maquío hace 37 años, el 26 de enero de 1984, en el diario El Universal, titulado Mensaje a la juventud. El artículo se motiva en que unos estudiantes del Tecnológico de Culiacán lo invitaron a ser padrino de su generación, por lo que Maquío les dirigió estas palabras:
“Quiero dejar aclarado a ustedes jóvenes que mi deseo es ser su amigo, y ser vínculo para que comprendan la importancia que puede tener el formar parte del sector productivo del país: la empresa.
En nuestro país la empresa ha sido atacada y difamada. Se ha pretendido identificarla exclusivamente con sus dueños sin comprender que ésta es una comunidad de vida y de trabajo que proporciona bienes y servicios a la sociedad…
Aquellos que enfermizamente creen en la lucha de clases que divide y destruye, y piensan en la destrucción para después construir sobre las ruinas, están muy equivocados. El mejor lubricante de cualquier economía es la concordia y la paz, entendida esta última como la tranquilidad en el orden donde impere la justicia y la equidad para todos.
Así pues, en lugar de hablar de la lucha de clases, hablemos de la lucha que debemos efectuar contra la injusticia y la marginación, contra la apatía y el desorden.
Recordemos la hermosísima palabra que dice tanto y que los manipuladores del ser humano han prostituido: la solidaridad.
La solidaridad significa lo contrario de la lucha de clases, implica la posibilidad de conjuntar las voluntades por encima de nuestras diferencias en aras de alcanzar un objetivo superior. No significa que seamos iguales o pensemos lo mismo, no quiere decir sometimiento de un sector a otro, pues eso sería algo abyecto, lo cual es infecundo.
La solidaridad presupone que somos diferentes en pensamiento y en capacidades y, a pesar de ello, por ser racionales y pensantes, podemos y debemos conjuntar nuestras voluntades para hacer algo que nos permita crecer juntos. esta es la esencia misma y razón de ser de la empresa…
Creo que la lucha de clases o falta de solidaridad es uno de los ingredientes principales que no nos han permitido salir del subdesarrollo en que nos encontramos.
Otro concepto que expresa nuestras graves carencias es la subsidiariedad. El objetivo de la educación debe ser formar personas independientes, libres y responsables de sus actos.
El paternalismo es el peor enemigo de la educación y el elemento que más castra a la sociedad. Hay un viejo refrán esquimal que dice: ‘los esclavos se hacen con regalos como los perros de trineo se hacen con el látigo’.
La subsidiariedad ha sido definida como cada quien al máximo de sus responsabilidades. A las personas se les debe dar tanta libertad como sea posible y ejercer sobre ellas solo tanta autoridad cuanto sea necesaria, si queremos formar personas libres y responsables. Por tanto, debemos procurar que haya tanta sociedad cuanto sea posible y solo tanto gobierno cuanto sea necesario.
Este es el principio de subsidiaridad que sirve para formar pueblos adultos y libres, difíciles de manipular. Esta es la forma en que debemos educar a nuestros hijos y subalternos. Esta es la relación positiva entre gobernantes y gobernados. Porque el Estado paternalista suple el quehacer de las personas para tenerlas sujetas indefinidamente.
Si somos capaces de llevar una vida donde imperen estos dos principios, estaremos contribuyendo a formar un Culiacán más adulto, un México más justo y una sociedad más responsable”, concluyó Maquío.