Editorial
Pocas celebraciones en México son capaces de reunir a las familias, o a casi todas. Una de ellas, sin duda, es el Día de Muertos y este fin de semana el País recordará a sus difuntos.
Y si, es fin de semana y las cosas parecen facilitarse para los encuentros familiares y para los festejos. Y es ahí donde las cosas parecen complicarse.
México, y el mundo, no están listos aún para fiestas por los riesgos que implica contraer el Covid-19 y hacer que la pandemia se vuelva más dura de lo que ya es.
Sí, es verdad que el Gobierno mexicano ha decidido no ser tan rígido como lo han sido otros países que con el fin de asegurar la salud de todos, han restringido ciertas libertades.
El País solo recomienda a la gente no aglomerarse en espacios públicos, mantenerse protegidos, seguir guardando la sana distancia y ejercer una higiene constante.
Sin embargo, no se debe entender como la libertad para llevar a cabo cualquier actividad que implique poner en riesgo la salud personal y la de otros.
Este fin de semana, en el que las posibilidades de que las familias se reúnan es más alta que otro fin de semana, las restricciones a las actividades públicas deberían intensificarse.
Sí, seguramente muchos de quienes rompen las reglas son adultos que deben entender ya el riesgo de vivir en una pandemia. Pero la autoridad también debe hacerse responsable de lo que quiere para sus comunidades y en estos momentos, lo que importa es cuidar la salud.
De lo que se haga ahora en adelante depende de la intensidad del rebrote en México: Europa lo está padeciendo. América también lo tendrá.
El Gobierno deberá definir qué es lo que quiere en salud para sus habitantes. El sistema de salud deberá estar preparado para lo que viene. Y la gente también deberá hacerse responsable de sus actos. Si no quiere complicarse en su salud, habrá que resguardarse, protegerse y mantener la distancia para evitar ser otro más de los casos de Covid-19 en México.
