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El pasado 3 de diciembre se dieron a conocer los resultados de la prueba PISA 2018, la cual muestra que México aún se encuentra todavía muy lejos de donde quisiéramos estar para que el derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes se haga realidad. A diferencia de la prueba PLANEA que nos permite conocer el dominio de aprendizajes clave del currículo, PISA mide las habilidades y conocimientos que tienen los estudiantes para resolver los problemas que enfrentan en la sociedad del conocimiento evaluando las áreas de matemáticas, lectura y ciencias.
Entre los años 2006 y 2012, Sinaloa se mantuvo en las últimas tres aplicaciones de PISA por debajo de la media nacional: en 2006 la entidad ocupó la posición 22 de 31, mientras que en 2009 tuvo un avance significativo al lograr el lugar 15 de 32. Sin embargo, en 2012 retrocedió nuevamente para colocarse en el puesto 21 de 29 a nivel nacional. Lamentablemente, desde el año 2015 la información no permite contar con resultados estatales para analizar los diversos contextos en cada entidad federativa. En ese sentido México debe hacer un esfuerzo para que en 2021 podamos tener nuevamente esa representatividad.
El puntaje promedio de la OCDE en PISA 2018 fue de 489 puntos en matemáticas, 487 en lectura y 489 en ciencias, lo que visualiza el largo camino que nos hace falta por recorrer, ya que México obtuvo 409, 420 y 419 puntos ubicándose en la posición 61, 53 y 57 respectivamente de 79 países evaluados.
Más allá de esto, PISA permite darnos cuenta de que la mayoría de los alumnos son excluidos del aprendizaje, esto se refleja en que 45 por ciento de los evaluados en lectura, 56 por ciento en matemáticas y 47 por ciento en ciencias tuvieron resultados de insuficiencia mientras que únicamente 1 por ciento obtuvo un alto desempeño en al menos una de estas áreas del conocimiento.
Por lo general, las brechas de desigualdad son más profundas cuando se toma en consideración el nivel socioeconómico, no obstante, el reporte de PISA señala que 11 por ciento de los estudiantes mexicanos en desventaja se ubicaron entre los estudiantes de mejor rendimiento en lectura dentro del País, mostrando que origen no necesariamente tiene que ser destino.
Si bien, PISA nos muestra que los resultados en México han sido limitados e insuficientes, estos nos permiten monitorear el progreso o no, en la consecución del derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes, poner énfasis en los resultados más allá de los procesos, así como sentar las bases para que la evidencia sea el insumo que permita seguir ajustando y mejorando constantemente la política educativa. En ese sentido, la representatividad estatal es imprescindible para conocer y avanzar en cada entidad federativa, lo cual se perdió después de 2010.