Editorial
México ha tenido la oportunidad y la ha desaprovechado, como casi siempre. En el tema del coronavirus hemos sido testigos de cómo el mundo se ha contagiado y no hemos sido capaces de aprender de sus errores.
España e Italia son quizás el mejor ejemplo de lo que no se debía de hacer y parecemos condenados a seguir sus mismo errores, no hay en México una estrategia definida, que no sea la reacción ante los casos.
Hoy países como Canadá y España que cerraron sus fronteras terrestres. Colombia, Argentina y Perú lo hicieron de manera parcial; Italia, es una fortaleza en sí misma.
No es que cerrar las fronteras asegure la contención del virus, pero el peor problema es no hacer nada, en México hasta los municipios, estados y el Gobierno federal andan por su propio rumbo, no hay ni siquiera una misma política para los eventos masivos.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador es el peor ejemplo, sigue de gira, abrazando y besando gente, esperando que el coronavirus lo respete porque sí, porque es él.
El cierre de las escuelas es la primera y tímida decisión para evitar una propagación de gran calado, pero fuera de eso seguimos como si no pasara nada, limitándonos a hacer un recuento diario de los casos.
Hay ejemplos de éxito en el manejo del virus, está Corea del Sur y algunas zonas de China marcando lo que se puede hacer, pero en los dos casos las autoridades y la sociedad caminan de la mano.
No se trata de descubrir el hilo negro, pero queda claro que se trata de tomar decisiones y llevarlas hasta las últimas consecuencias para evitar que la pandemia sature los servicios médicos, deje una lista interminable de personas afectadas y de paso destruya nuestra economía.
Hay que aprender de los que han sido afectados primero, utilizar nuestra sistema de salud al máximo y concientizar a la población de las medidas a tomar.