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No se asuste amable lector, no estoy vendiendo los famosos pastelitos de chocolate rellenos de crema, el título de la colaboración tiene que ver con la nueva locura del emperador marismeño, es decir “El Químico”, que ahora quiere gastarse $ 20 millones en un pingüinario que funcionaria donde esta el tiburonario que solo sirvió unos pocos días.
Sabido es que los inquilinos del Palacio Municipal de todos colores y sabores, cojean del mismo pie, aunque debo reconocer que conozco un par de ejemplos que hicieron bien su trabajo y nunca se marearon con el poder.
Todos buscan cómo aprovechar sus puestos para llevar agua a su molino, ya sea robando dinero público o utilizándolo para fines electorales. Bien decía el General Marcelino García Barragán: “El poder marea a los inteligentes y vuelve locos a los pendejos”.
Desde 2009, la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció que el gasto público no puede llevarse a cabo a tontas ni a locas y a capricho de los gobernantes en turno, sino que se rige por varios principios que tienen rango constitucional.
La Tesis con Registro 166422, tiene el título “GASTO PÚBLICO. EL ARTÍCULO 134 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS ELEVA A RANGO CONSTITUCIONAL LOS PRINCIPIOS DE LEGALIDAD, EFICIENCIA, EFICACIA, ECONOMÍA, TRANSPARENCIA Y HONRADEZ EN ESTA MATERIA”.
Lo anterior quiere decir que, cualquier gasto que la administración municipal pretenda hacer, debe cumplir los principios fijados por el artículo 134 de la Constitución General (CPEUM), que son los que se mencionan en el título de la Tesis.
Obviamente que, pasado por el tamiz del artículo 134 de la CPEUM, gastarse $ 20 millones en un pingüinario, no solo es una idea descabellada, sino una pretensión del Alcalde a todas luces violatoria de los principios constitucionales a que me refiero.
En lo personal pienso que el Alcalde solo habló por hablar y no se gastara ese dinero público en la tontería que se le ocurrió, porque sencillamente no la alcanza a inaugurar antes de dejar el puesto.
Pero por si acaso se pone necio, ahí tenemos municiones legales suficientes para ponerle un alto en tribunales.
El deber de los mexicanos de contribuir al gasto público tiene su equivalente en el deber del Gobierno de no usar indiscriminadamente el dinero público que viene de los impuestos, y menos para fines evidentemente electorales.
La tesis a que me refiero surgió precisamente de un asunto en donde se cuestionaba la forma como un municipio pretendía utilizar el gasto público.
La sentencia es muy clara y contundente. El dinero público no se puede gastar al antojo del gobernante en turno y como si fuera dinero propio.
No dejemos que el dinero que pagamos de impuestos se gaste a lo tonto y menos que se use para cimentar campañas electorales. Digo es entendible que le hayan agarrado amor al huesito y que anden de calenturientos electorales queriendo conservar la liana que ya tienen o buscando otra, pero que lo hagan con su dinero o el dinero de sus partidos políticos, no con el dinero público ¿no cree usted?.