"¿Para qué sirve el Defensor del Lector?"
El domingo 17 de diciembre recibí un correo electrónico del lector mazatleco Nino Gallegos, quien hacía referencia a la queja que presentó el lector y colaborador Joel Díaz Fonseca, cuando señaló que sentía frustración porque no se corrigió de manera oportuna un error en una nota publicada en el portal de Noroeste.
Tomando en cuenta esta queja, el señor Gallegos escribió una carta en la que comenzó diciendo que no lograba comprender para qué sirve un Defensor del Lector. A continuación el texto.
La frustración de un lector
“Hasta ahora sigo sin saber para qué sirve el Defensor del Lector, y cuando se trata de que en el periódico Noroeste está uno que es hermano y es colaborador y fue jefe editorial del periódico de marras, sin amarrar navajas, los hermanos Díaz Fonseca: Rodolfo-defensor y Joel-colaborador, trazan un triángulo con la jefe editorial Guille, por lo de la confianza que se tienen entre ellos y ella, el reclamo y la frustración de un lector, tal vez sí y/o quizás no, es la frustración del colaborador y posiblemente la frustración de quien fue jefe editorial.
“Así, se lo gastan, cuando se tiene papel periódico de sobra para ocupar un espacio que, en otras ocasiones, se le niega a otros lectores frustrados como quien esto escribe, ocupándose Rodolfo en darnos lecciones de: No al periodismo oficialista. No al periodismo de relaciones públicas. No al periodismo acomodado y mediocre. Y el periodismo de Noroeste.
“La neta del acá-poeta ante la pos(t)verdad, el Noroeste sí hace lo que el Defensor del Lector puntualiza como una defensa apologética de un periodismo, inexistente o existente, en la simulación-infomercial que diariamente-hace-el-diario-Noroeste.
“En otra empresa periodística, independiente y con credibilidad periodística profesional, Guille, estaría despedida desde hace tiempo.
“Solamente, en la mente, de los hermanos Díaz Fonseca, ha de estar lo que debe ser y hacerse en un asunto público de redacción periodística, cuando la crisis de contenidos redaccionales, es una pena ajena con un profesionalismo presto más al protagonismo de la simulada información periodística que tanto ha puntualizado, el Defensor del Lector, en compañía de su hermano colaborador y frustrado lector”.
Función del Defensor del Lector
El periodista Juan Carlos Núñez Bustillos precisó que el Defensor del Lector es el forense de los errores informativos. “El defensor del lector, o de las audiencias, es una figura de autorregulación ética que se han dado algunos medios de comunicación para promover el ejercicio de un periodismo que pretende ser profesional y honesto.
“Los médicos entierran a sus errores; los periodistas los publicamos. Eso dice un refrán que circula en las redacciones. Cada vez que quienes ejercemos el oficio del periodismo nos equivocamos, exhibimos ante muchas personas nuestras ignorancias o nuestros descuidos.
“Cuando al mejor cocinero se le va un pelo en la sopa pocos son los que se enteran. El error del periodista, en cambio, se multiplica en un instante por todos los ejemplares que imprime la rotativa, por todos los aparatos de radio o de televisión sintonizados en el programa o por todas las pantallas conectadas a la página de Internet. Además, el periodismo es un oficio de urgencias donde siempre se hace tarde y en el que el error corre pronto. Cuando se va, no hay quien pueda detenerlo.
“Los reporteros suelen ser implacables con los errores de los demás. Si un político o un futbolista se equivocan están prestos, y con razón, a contárnoslo. Pero cuando el error es del comunicador no es tan común que se reconozca. Porque si equivocarse suele ser de por sí doloroso, equivocarse en público duele más. Y duele más no sólo por el ridículo que se hace, sino también porque el periodista depende de su credibilidad. Cuando el destinatario de la información se da cuenta del error desconfía del resto de la información. Si el reportero es incapaz de escribir correctamente el nombre del entrevistado, ¿será capaz de publicar adecuadamente el contenido de la conversación?
“Porque en este oficio, como señala el periodista colombiano Javier Darío Restrepo, un error técnico se convierte en una falta ética. Si un reportero en lugar de decir que un terremoto dejó en una comunidad 150 heridos se equivoca y añade a la cifra un cero, la multiplica por 10; 1,500 lesionados en lugar de 150. El descuido del reportero, probablemente un ‘simple dedazo’, se convierte en una mentira porque lo que dice simplemente no es cierto.
“Por eso algunos medios cuentan con una persona que se encarga de procesar las fallas: el defensor del lector. A él le toca ‘desenterrar’ el error. Pero esta función de exhibir el cadáver informativo tiene que ver poco con las revistas amarillistas que muestran al muerto para alentar al morbo. La labor del defensor se parece más bien a la de un forense que a partir de los restos busca conocer qué pasó y por qué. El ombudsman de un medio de comunicación señala el error con el ánimo de enmendarlo, en la medida de lo posible, y de entender qué falló para recomendar acciones o proponer criterios que ayuden a evitar que suceda de nuevo.
http://revistareplicante.com/el-defensor-del-lector/
Lector frustrado
Hay bastante más teoría acerca de la función del Defensor del Lector, pero creo que con esta exposición basta. Me imagino que Nino Gallegos dirá que ya conoce esta información y que lo que no alcanza a comprender es qué hace este servidor.
Respeto los puntos de vista que expresa este lector frustrado -como él mismo se llama-, pero no los comparto.
Si de algo puede jactarse este Defensor del Lector es de la independencia con que se desenvuelve. En ningún momento he recibido alguna sugerencia, orden o reclamo de parte de la directiva de Noroeste. Expreso lo que observo y pienso. No quiere decir que necesariamente tenga la razón, pero lo digo con sinceridad y tratando de apegarme a la verdad.
No me interesa dar lecciones, como asegura el señor Gallegos, ni pretendo convertirme en apologista del periodismo que ejerce y practica Noroeste. El ideal no se alcanza fácilmente, ni de una vez para siempre. No obstante, no puedo cejar en mi empeño de seguir exigiendo el apego al deber ser.
No existe ningún triángulo entre este servidor, mi hermano Joel y la Directora Editorial. Aunque el frustrado lector no lo crea, una de mis máximas preferidas es la que Ammonio atribuyó a Aristóteles: “Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”.
Aun cuando no estoy de acuerdo con la opinión de Nino Gallegos, voy a seguir defendiendo su derecho a expresarla por el respeto que me merece, como en aquella famosa frase atribuida a Voltaire: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, aunque en realidad fue acuñada por su biógrafa Evelyn Beatrice Hall, quien utilizó el seudónimo de Stephen G. Tallentyre.