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Enfrascados en una contingencia sanitaria y en un proceso electoral en Sinaloa y el País, vemos concluir el primer mes del 2021, un año singular y difícil, en medio de acontecimientos que nos ponen a prueba y que requieren particular atención de la ciudadanía y la opinión pública: por un lado la pandemia del Covid-19 con una presencia mucha más allá del tiempo que se tenía estimado para este año y del ineludible desarrollo de nuestra democracia como sistema político representativo, que habiendo iniciado ya el proceso electoral desde pasado mes de diciembre, se espera que concluya poco después de la jornada electoral del 6 de junio, mientras no se presente ningún conflicto poselectoral.
Estos dos sucesos sociales, actualmente presentes en nuestra sociedad y atendidos por las instituciones públicas, conviven y afectan de formas distintas a todos por igual, sin que nadie pueda estar exento de sus efectos.
Se cree que el virus SARS CoV2, no es propiamente una creación del ser humano, o al menos eso se afirma, y que su aparición súbita se convirtió en poco tiempo en una verdadera amenaza para nuestra especie, razón por la cual los temas del cuidado y vacunación sean de agenda prioritaria en el mundo; mientras que por su parte la democracia, entendida como una búsqueda social del bienestar común e idea colectiva de gobierno justo y conveniente para vivir en armonía, juega su rol social para sostener el statu quo de nuestro tiempo.
Una circunstancia histórica en la que ambos fenómenos confluyen, mientras se lleva a cabo un inédito proceso electoral en medio de la crisis de una pandemia que nos involucra y afecta de forma inevitable. Un sistema democrático que requiere de certezas estructurales para funcionar y los estragos de una pandemia que se precisan controlar. Dos acontecimientos distintos en mismo tiempo, bajo la responsabilidad y concurrencia de una misma ciudadanía.
En esta circunstancia, se observa la coincidencia de un mismo propósito de bienestar para la población, que en ocasiones resalta como un mero ejercicio de aspiraciones teóricas y en otras en hechos comprobados, una historia conocida de servidores públicos que cumplen su responsabilidad y de otros que la simulan. Así diversas Instituciones libran en estos momentos una batalla titánica por alcanzar el fin de la pandemia con el menor daño posible.
Otra historia se escribe en las instituciones electorales y los partidos políticos, que involucrados en el proceso electoral, sortean sus propias batallas en la búsqueda por ocupar la dirección y representación de esas mismas instituciones que hoy responden o no de manera eficaz a los retos que nos enfrenta la actual contingencia sanitaria y económica del país.
En otro sentido, pero en el mismo interés de analizar estos dos fenómenos, el filósofo español, Daniel Innerarity, explica que por las características que distinguen a una pandemia que rebasa fronteras y al de una epidemia de alcances geográficamente limitados, podríamos decir que nuestros instrumentos de gobierno están diseñados para gestionar epidemias y no pandemias, en tanto que son instituciones locales y no globales. Sin embargo, esto no evita que tanto en Sinaloa como en otras entidades del país, estas circunstancias de pandemia y democracia electoral se tengan que atender en un mismo periodo de tiempo.
Ante esta inusitada eventualidad sanitaria y política en la que como sociedad nos encontramos inmersos, es pertinente analizar con detenimiento nuestra circunstancia, encauzar nuestras reflexiones en función de una inteligencia social que reúna la experiencia y el aprendizaje. Pues queda claro que en medio de una pandemia y de un proceso electoral, nuestras decisiones tendrán tarde o temprano consecuencias y repercusiones.
Una circunstancia parecida sucedió en 1918, el país enfrentaba una fuerte crisis de salud con la gripe española, de las peores pandemias de la historia, que aunada a esta crisis de salud, se padecían todavía violentos resabios de la Revolución Mexicana. A diferencia de hace cien años, hoy podemos atender con instituciones sólidas las amenazas de una pandemia y dirimir nuestros intereses y diferencias políticas en procesos electorales democráticos.
La capacidad de respuesta y de solución ante semejante situación de salud y democracia, está y ha estado siempre en manos ciudadanas. Evitar a toda costa las conductas del “ideotés griego”, término utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás; y que por el contrario nos mueva como sociedad un comportamiento distinto, como también menciona Innararity, el interés, disposición y capacidad de intervenir en la esfera pública, en apropiarse del espacio público, en todo lugar y momento, en un ejercicio de responsabilidad democrática.
Tanto la pandemia como el actual proceso electoral democrático requieren de los cuidados y responsabilidad ciudadana. Dejar en manos sólo de las autoridades y políticos los asuntos de la pandemia y nuestra democracia, es empeñar el futuro omitiendo nuestra responsabilidad y aceptando un porvenir en el que no seremos protagonista de nuestras vidas, sino personajes de una historia escrita por las circunstancias y decisiones de alguien más.
Hasta aquí mis reflexiones, los espero en este espacio el próximo martes.